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¿De nuevo Iberoamérica en llamas?

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El peronismo en una nueva etapa de ofensiva igualitaria

Así recomenzó el esquema ya acostumbrado entre las facciones del peronismo, de rivalidad, competencia y componendas para mantenerse en el Poder, al punto que, a fines de 2007, fue elegida su esposa, tan izquierdista como él e igualmente propensa a usar los resortes del Gobierno para enfrentar a las élites, a las clases productivas y a la Argentina tradicional, en provecho de las camarillas articuladas en torno al Ejecutivo y del populacho “descamisado” que consiguen arrastrar.

Casi inmediatamente después de elegida, la nueva Presidenta comenzó una feroz arremetida contra propietarios y productores rurales –una de las columnas de la economía argentina y sin duda la principal fuerza civilizadora sobre el resto del país– mediante impuestos exorbitantes, confiscaciones y medidas administrativas arbitrarias, como si su finalidad fuese arrasarla; esa ofensiva despertó fuertes reacciones, no sólo de los afectados, sin también de destacadas figuras del Gobierno, que no compartían esa odiosa y demoledora política, incluso porque podría tener como efecto acabar con el peronismo.

Como la situación del Gobierno a partir de eso se desgastó rápidamente y la economía nacional se resintió mucho, la pareja Kirchner resolvió adelantar para fines de junio las elecciones parlamentarias, antes que la situación del País se deteriorase más. Kirchner asumió como jefe del Partido Justicialista -como se llama al peronismo- y fue designado como principal candidato a diputado, esperando que su arrastre popular y el de los “candidatos testimoniales” –que postulaban al Congreso, pero que ciertamente no ejercerían los cargos– terminase beneficiando al conjunto de los postulantes gobiernistas. O sea, pretendieron con jugarretas de esta especie librarse del desprestigio creciente, producido por la prepotencia presidencial y por la forma de gobernar, no en pro del bien común, sino directamente en provecho propio.

El esquema de esta campaña electoral fue el ya acostumbrado entre los peronistas, pero ahora mucho más acentuado, de distribuir torrencialmente ayudas fiscales a las masas populares, para que éstas votasen a favor del Gobierno: algo muy semejante a lo hecho en Brasil por el Presidente Lula con la Bolsa Familia, y que como ésta puede tener un doble efecto: de inicio, lograr cierto apoyo electoral, pero a la larga arruinar al País, no sólo en materia económica, sino también en el aspecto psicológico, pues desvincula dos cosas que deben estar conectadas si se quiere el progreso, que son el trabajo y el bienestar.

El resultado de las elecciones fue el que por muchos lados era previsible: el rechazo de la Nación a las maquinaciones gubernativas para pulverizar a la oposición y eternizarse en el Poder, con lo cual la cordura de sectores importantes se expandió por el electorado, aminorando o deteniendo el impulso demoledor de las corrientes socialistas.

Sin embargo, aún resta pagar gran parte del costo de la aventura electoral reciente y de varios años de abusos gubernativos, lo cual vuelve probable que en breve se produzcan medidas económicas del Gobierno, supuestamente para paliar la crisis, pero cabe temer que ellas incluyan de nuevo mayores impuestos y confiscaciones, que le habría sido aventurado imponer antes de la contienda.

Se sabrá también en qué condiciones quedó el peronismo, después de perder el control del Congreso, del retiro forzoso de Kirchner de su cargo de jefe del mal llamado “justicialismo” y de la renuncia de ministros especialmente nocivos. De ahí se siguen dos posibilidades: que algo de cordura entre en el Gobierno y lo lleve a alguna composición con fuerzas más moderadas, o que se obstine en las actitudes frenéticas que le costaron un enorme desgaste en un año y medio de ejercicio, limitándose a correcciones meramente cosméticas y a componendas sin fin para dar a Argentina, como se dice hoy, “más de lo mismo”.

Honduras: un caso reciente y emblemático de escandalosa intervención chavista

A pocos días de la elección argentina de fines de junio tuvo lugar en Honduras un episodio que también muestra la índole de la intervención chavista: el Presidente Manuel Zelaya, elegido en 2005 como miembro del Partido Liberal, en cierto momento se dejó arrastrar por las presiones de Hugo Chávez para que su país integrase la “Alternativa Bolivariana para las Américas” (ALBA) junto a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, que pretende expandirse por todo el Continente, para hacer oposición al “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), auspiciada por los Estados Unidos.

Poco después, siempre de acuerdo a los designios de Chávez, Zelaya comenzó a maquinar su propia reelección como Presidente, pese a que la Constitución lo prohíbe en forma taxativa, bajo pena de destitución, y para esto resolvió hacer un plebiscito, el cual por tanto era intrínsecamente ilegal. Naturalmente, la reacción en contra se produjo en cadena, pues era obvio que se trataba de la penetración chavista, y los pronunciamientos se sucedieron rápidamente, de la Corte Suprema, del Legislativo, de la totalidad del Episcopado, de las Fuerzas Armadas, del Consejo Electoral etc., todos los cuales exigieron el cumplimiento de la Constitución y el envío al exterior del ya destituido Zelaya.

Bastó que esto se produjera para que estallaran, también en cadena, las reacciones de los gobiernos de otros países a favor de Zelaya, inspiradas por Chávez y sus cómplices, comenzando por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el de la ONU, los Presidentes de Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina, etc., además de las declaraciones de los gobiernos de Europa, Estados Unidos, etc., todos los cuales pretendían defender la democracia y rechazar el golpe de estado, sin reconocer que todo lo sucedido fue efecto de las ilegalidades cometidas por Zelaya.

Esas presiones rápidamente se concretaron en la expulsión de Honduras de la OEA, a favor de la cual votaron todos los gobiernos que habían favorecido, pocas semanas antes, el reingreso de Cuba a ese organismo: o sea, a la tiranía que martiriza a ésta nada se le exige y se la acoge con indulgencia, mientras a Honduras se la expulsa de modo sumario porque su gobierno no se somete a los dictámenes totalitarios del marxismo.

Sugestivamente, los Jefes de Estado de Estados Unidos y Europa, en vez de respaldar al nuevo régimen instaurado en Honduras, dieron su apoyo a Manuel Zelaya, sin mencionar siquiera las graves censuras a que se hizo acreedor y sin reconocer que así favorecen la trama chavo-castrista que viene envenenando a Iberoamérica.

En esas condiciones, las partes en conflicto optaron por el diálogo –que según ambos no implica que vayan a negociar el ejercicio del Poder…– bajo los auspicios del Presidente de Costa Rica, Oscar Arias. ¿Qué frutos puede tener esto, dada la rotunda oposición entre los que exigen ambas partes? Obviamente, lo que tratan de hacer los defensores de Zelaya es la táctica permanente de los marxistas en circunstancias parecidas: suscitar esperanzas de armonía, para retomar el Poder, y ahí perseguir a todos los que de algún modo ayudaron a declarar destituido al ex Presidente. Y de esa forma sumar a Honduras al bloque chavista.

Ecuador y Paraguay, al borde del abismo

Lugo: escándalos morales y pérdida de popularidadEntre tanto, Ecuador y Paraguay continúan, de cierto modo, al borde del abismo, cada uno con un Presidente abiertamente socialista y con profunda adhesión a Hugo Chávez, así como con ansias vehementes de imitarlo, pero que no han conseguido hasta el momento dominar a sus países sin contrapeso.

De un lado, Rafael Correa venció hacia fines de 2008 el Referéndum que impuso una nueva Constitución plagada de errores funestos, pero que en buena parte pueden quedar en la mera letra de la Carta; y en abril de 2009 superó el 51% de los votos en la elección presidencial, mas fracasó en la obtención de la mayoría de la Asamblea, alcaldes, prefectos y concejales, de modo que en principio deberá estar siempre negociando apoyos con partidos o corrientes menores, en todo caso de izquierda, si no quiere quedar paralizado.

Por otro lado, la retórica populista, provocadora y jactanciosa de Correa puede suscitar en sectores populares apoyos ocasionales, pero no un movimiento pujante que transforme el país, ni para bien ni para mal. Por el contrario, lo que sí puede lograr es despertar crecientes reacciones y a la larga obtener que éstas se alíen en una fuerte oposición, sobre todo porque la amistad-complicidad de Correa con Hugo Chávez y los constantes ataques del primero a Álvaro Uribe, el Presidente colombiano, dejaron claros desde el comienzo los lados más que cuestionables del Jefe de Estado ecuatoriano.

Los mismos candidatos victoriosos a los cargos en la Asamblea y a las dignidades menores no conforman un conjunto cohesionado, y no se divisa en las huestes del Gobierno quien pueda aunar las voluntades en torno de éste. El propio Presidente Correa, al comparar su situación con la de Chávez, reconoció no tener organización, mientras éste pudo montarla antes de ser elegido.

El Partido comunista ecuatoriano colabora eficazmente en la desestabilización del país andinoEn realidad, el problema de Correa es otro: Chávez subió al Poder hace diez años impulsado por el fortísimo descontento general contra los partidos venezolanos hasta entonces dominantes, “Acción Democrática” y COPEI, carcomidos por la corrupción, en tanto que en Ecuador no había un descontento de esa magnitud, antes bien había un fastidio con gobiernos fracasados que fueron fácilmente desalojados. Por eso la llamada “Alianza País”, que apoya a Correa, no tiene fuerza aglutinante, y los ataques al gobierno colombiano, que obviamente buscaban suscitarla, estuvieron lejos de lograr ese objetivo.

A mediados de Junio, hubo elecciones, una vez más, ahora para miembros del Parlamento Andino y para cargos menores de organismos establecidos por la nueva Constitución. El juicio unánime de la prensa fue que hubo una completa apatía del electorado y que éste ni siquiera entendió la importancia de esos nuevos organismos.

¿Cómo pretender que tal proceso revolucionario responda a las ansias populares, cuando es obvio que no pasa de ser una serie de imposiciones de gabinete, sin eco en la opinión pública y con una sola base, cual es la atonía de los sectores que deberían liderar la oposición? No es ésta la primera vez en Ecuador que agitadores de suburbio se toman el Poder y acto seguido van cayendo en el vacío, por causa de su prepotencia y hostilidad a la índole católica y afable de la población local. Algunos de esos regímenes cayeron primero en la mediocridad y luego en el olvido; otros fueron derribados por oleadas de indignación popular, cuando se vio en qué frustraciones terminaron las esperanzas de supuesta redención.

La situación del ex obispo Fernando Lugo, Presidente de Paraguay, tiene ciertas analogías con eso: elegido Presidente en contraposición a varios otros candidatos, no tiene mayoría en el Parlamento, de modo que se limita a ciertas actitudes de importancia secundaria, como renegociar con Brasil la energía de la usina hidroeléctrica de Itaipú, esperando que el Presidente Lula, en aras a la solidaridad socialista, concuerde en que su país pague precios más altos que los establecidos en los contratos vigentes.

Por otra parte, la popularidad de Lugo descendió verticalmente por causa de los sucesivos escándalos en que ha caído, sin que haya quedado claro cómo ni por qué un personaje de esa índole pudo ser nombrado obispo y por qué el conjunto de los obispos paraguayos lo protegió con su silencio hasta que el bochorno fue inevitable. El hecho es que la izquierda católica es la que más solidaridad mostró ahora con el cuestionado Presidente, siendo un caso más en que no le importa mucho la moral si ésta es violada por un socialista.

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18/07/2009 | Por | Categoría: Situación Internacional
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