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Sínodo para la Amazonia

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¿Hacia una nueva Iglesia tribalista y ecologista?

La Teología indigenista afirma que los indios no deben ser enseñados: ellos son los que tienen que enseñarnos. Absolutamente no debemos llevarlos al seno de la Iglesia. Por el contrario, es la Iglesia la que debe adaptar su doctrina, sus prácticas y sus estructuras a los modos indígenas.

La evangelización de los indios en la Iglesia
La evangelización tradicional tuvo como fruto la conversión de los indios haciendo de Brasil una gran nación. (Cuadro representando la primera misa en las costas de Bahía, Brasil)

El pontificado del papa Francisco ha estado salpicado de gestos sensacionales que han socavado las doctrinas, prácticas y estructuras hasta ahora consideradas consustanciales con la Iglesia.

Él mismo definió esta línea como un «cambio de paradigma», es decir, una clara cesura a la Iglesia anterior a él.

He aquí un nuevo gesto sensacional, que podría alterar muchas cosas.

Sínodo de los Obispos para la región Pan amazónica

En el relativo silencio de los medios europeos (los latinoamericanos hablan un poco más), el Papa ha llamado a una Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Pan amazónica, que tendrá lugar en Roma en octubre. La Asamblea implicará a los obispos de los países que incluyen los territorios amazónicos: Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y Bolivia. A los que se sumarán observadores de otros países.

Con este fin, se formó la Red Amazónica Eclesial (Repam), una coordinación de estructuras eclesiales latinoamericanas, con sede en Quito, Ecuador.

Los representantes de Repam están en contacto permanente con las Conferencias episcopales de Europa, así como con los órganos de la Unión Europea, para promover el Sínodo en el Viejo Continente.

«El objetivo principal de esta reunión es identificar nuevas vías para la evangelización de esa porción del pueblo de Dios, especialmente los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, en parte debido a la crisis de la selva amazónica, pulmón de importancia capital para nuestro planeta «, dijo el Papa en el Ángelus del 15 de octubre de 2017.

En sí misma, la idea de convocar un Sínodo para promover la evangelización de los pueblos indígenas de la Amazonía sería encomiable. De hecho, ellos son una parte del Pueblo de Dios que debe recibir la Buena Nueva.

Desafortunadamente, ya en el breve texto de la convocatoria podemos ver al menos dos elementos que suscitan no poca preocupación, especialmente en la lógica del «cambio de paradigma».

Se habla de «nuevos caminos para la evangelización». ¿Qué quiere decir el Papa con «nuevo»?

Los nuevos misioneros quieren convertir a la Iglesia a los cultos y "cultura" indígenas
El papa Francisco saludó en Río de Janeiro a un grupo de indios del Amazonas y no dudó en colocarse en la cabeza un adorno de plumas
Una epopeya misionera

Los «antiguos» caminos comienzan en el siglo XVI, con la evangelización de los pueblos indígenas a través de la labor de los misioneros españoles y portugueses, entre ellos algunos canonizados: San Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano, San José de Anchieta, San Pedro Claver, S. Roque González de Santa Cruz, S. Pedro de San José de Betancur, S. Luis Beltrán, S. Felipe de Jesús y muchos otros.

El propósito de esta «antigua» evangelización era muy claro: anunciar a estos pueblos la Buena Nueva de Jesucristo, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, conduciéndolos al seno de la Santa Iglesia Romana, al interior de ese inmensa familia espiritual que configura la Civilización cristiana.

Con razón, el Papa Pío XII la definió como «la mayor epopeya misionera después de la fundación de la Iglesia».

Desde hace algunas décadas, sin embargo, ha surgido una nueva corriente que contesta radicalmente tal evangelización.

Indios de la Amazonia sin la evangelización
La Teología indigenista: aprender de los indios

Los indios, dicen los seguidores de esta corriente, no necesitan ser enseñados. Lo contrario es cierto: ellos son los que tienen que enseñarnos. Absolutamente no debemos llevarlos al seno de la Iglesia. Por el contrario, es la Iglesia la que debe adaptar su doctrina, sus prácticas y sus estructuras a los modos indígenas.

Por otro lado, no podemos imponer a los indios nuestro concepto de Civilización cristiana. Somos nosotros los que debemos aprender de su modelo tribal, más «inocente», más «justo», más «solidario» y nada «consumista».

Esta corriente ‒que se denomina «indigenista»‒ ha desarrollado incluso una teología: la «Teología indigenista de la liberación», o simplemente «Teología indigenista».

Los seguidores de la corriente indigenista ya se están movilizando en toda América Latina, y también en Europa.

El Sínodo Pan Amazónico es una oportunidad demasiado codiciada para dejarla escapar. Anidados en los departamentos de las diversas Conferencias episcopales, coordinadas por la Repam, ya están preparando los esquemas, publicando textos básicos y organizando la propaganda mediática. Un poco como hicieron los progresistas con motivo del Concilio Vaticano II.

¿Este indigenismo será el que el Papa Francisco pretende promover cuando habla de «nuevos caminos para la evangelización»?

Si esto no es lo que desea, ¿habrá colocado dispositivos para frenar o neutralizar la acción perjudicial de los indigenistas?

O, con su laissez faire, ¿se los está sirviendo en una bandeja de plata?

La selva amazónica
San José de Anchieta, un ejemplo de un verdadero misionero entre los indios
San José de Anchieta, SJ, fue uno de los más destacados misioneros en Brasil. Fue uno de los fundadores de las ciudades de São Paulo y Río de Janeiro. Murió en 1597.

Un segundo elemento que causa preocupación es la mención a la «crisis de la selva amazónica, un pulmón de capital importancia para nuestro planeta».

En primer lugar, este es un hecho científicamente discutible.

La selva amazónica tiene una densa breña de materia en descomposición que consume por la noche el oxígeno producido durante el día.

La única forma de convertirlo en un verdadero pulmón sería limpiarlo, es decir, hacer que el hombre intervenga. Precisamente lo que los ecologistas no quieren.

El ambientalismo radical va de la mano con el indigenismo, según el cual los indios serían los custodios de antiquísimos conocimientos para la conservación de la naturaleza.

Es precisamente este ambientalismo radical que se propaga a través de la encíclica Laudato Sii, que los indigenistas esgrimen como una especie de manifiesto o programa.

Junto a estas dos preocupaciones centrales, surgen otras exigencias:

Cambios en la estructura de la Iglesia
  • Proponen alterar la liturgia, con el pretexto de adaptarla a la mentalidad y la tradición indígena;
  • Se desea cambiar la disciplina eclesiástica en materia de celibato, creando la figura de sacerdotes casados;
  • Se pretende alterar la estructura orgánica de la Iglesia, creando una red de comunidades indígenas en lugar de parroquias, y luego presentarlas como un modelo para la Iglesia universal.
La utopía de una Iglesia tribalista y ecológica

En el horizonte está la utopía de una nueva Iglesia tribalista y ecológica, un antiguo proyecto de progresismo latinoamericano, denunciado por Plinio Corrêa de Oliveira ya en 1976. (Ver nota)

Pero esta vez es promovido desde el corazón del cristianismo.

Fuente: TFP italiana


 

Nota

En el apéndice de Revolución y Contra-Revolución agregado en 1977, Plinio Corrêa de Oliveira denunció el nacimiento de nuevas corrientes “tribalistas” en el interior de la Iglesia Católica.

Estas “tienen en vista transformar la noble y ósea rigidez de la estructura eclesiástica, tal como Nuestro Señor Jesucristo la instituyó y veinte siglos de vida religiosa la modelaron magníficamente, en un tejido cartilaginoso, muelle y amorfo, de diócesis y parroquias sin circunscripciones territoriales definidas, de grupos religiosos en los que la firme autoridad canónica va siendo substituida gradualmente por el ascendiente de los «profetas» más o menos pentecostalistas, congéneres… de los hechiceros del estructuralismo–tribalismo, con cuyas figuras acabarán por confundirse”  .

Ese mismo año, en el libro titulado Tribalismo indígena, ideal comuno-misionero para el Brasil del siglo XXI, el pensador brasileño analizaba 36 documentos publicados por la nueva misiología progresista, denunciando su infiltración en la estructura de la Iglesia.

Subvirtiendo por completo el concepto católico tradicional de las misiones, según el cual el fin de éstas es llevar, junto con la fe, la civilización, la nueva corriente misionera veía en el tribalismo la posibilidad de realizar en la tierra un utópico “reino de Dios”. Este proceso de “tribalización” aparece como el desenlace natural del desmantelamiento de la Civilización cristiana, preconizado por la teología progresista. En efecto, como afirma San Pío X, fuera del Cristianismo no hay verdadera civilización posible. Por lo tanto, negar la misión civilizadora de la Iglesia implica inevitablemente retroceder a la convivencia tribal de los salvajes.

“El mayor problema suscitado por esos delirios —escribía el Dr. Plinio— no está en los propios misioneros, ni en los indios, cabe repetir. Está en saber cómo, en la Santa Iglesia Católica, puede infiltrarse impunemente esa filosofía, intoxicando seminarios, deformando misioneros, desnaturalizando misiones. Y todo con tan fuerte apoyo eclesiástico de retaguardia.

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12/03/2019 | Por | Categoría: Crisis de la Iglesia
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