Comparta

Chile, ¿de la vanguardia a la frustración?

Print Friendly, PDF & Email

Mucho se comentó recientemente que Chile va perdiendo su puesto de vanguardia entre los países sudamericanos en la carrera por la prosperidad y que Perú está conquistando el primer lugar.

En realidad, aunque varios índices económicos parecen confirmar esa perspectiva, el problema es mucho más complejo y matizado que lo que esa afirmación insinúa, pues si bien nuestro vecino del norte está dejando atrás los efectos de tres décadas de profunda postración que le produjo el socialismo, aún le queda mucho camino por recorrer para alcanzar una posición de vanguardia.

Sin embargo, Chile debe cuidarse, pues cuando alguien pierde el primer lugar, a menudo no se queda en el segundo, pues inicia un proceso que lo lleva a la retaguardia: es la historia de todas las decadencias.

Los aspectos socio-económicos que deben ser corregidos para que ese declinio nacional no continúe ya fueron tratados por muchos especialistas, de modo que no es el caso de comentarlos aquí. Queremos referirnos a otro factor que contribuye en forma decisiva a conducir las cosas por ese camino.

Desde hace 18 años Chile es gobernado por la Concertación, los 10 primeros siendo ésta encabezada por la DC, los últimos ocho por los socialistas del bloque PS-PPD. En consecuencia, el socialismo se acentúa cada vez más, deteriorando la economía del País, lo que produce en la población una creciente frustración.

El supuesto por el cual Chile optó en cuatro ocasiones por un gobierno de la Concertación es que ésta respetaría “el modelo” socio-económico, es decir, el derecho de propiedad y la libre iniciativa, el comercio internacional fluido, la economía de mercado y la disminución del estatismo, con lo cual Chile seguiría siendo la nación más estable y próspera del Continente.

Tal supuesto se origina en la lamentable historia de la violación creciente y sistemática de esos principios que Chile sufrió entre 1964 y 1973, que muy pocos quieren repetir, pues hundiría al País en una crisis aún más grave que la sufrida entonces.

Sin embargo, es totalmente erróneo afirmar que para que el País se pueda mantener en su posición de vanguardia se exija sólo el respeto a la propiedad privada y a la libre iniciativa. El orden socio-económico se basa en la vigencia que tiene en el orden moral, el cual es precisamente lo que ahora está siendo destruido; y a medida que esa destrucción avanza, Chile se aproxima a su ruina.

Más aún, en los últimos años esos principios de respeto a la libre iniciativa y a la propiedad privada, vienen siendo cuestionados por los socialistas más radicales, quienes por otra parte lograron mayor influencia en las filas de la Concertación y del propio Gobierno. Al mismo tiempo, se expanden la agitación y la lucha de clases, mientras surgen iniciativas entre sus miembros que tienden a reeditar en parte la infausta experiencia marxista.

Paralelamente, en la Izquierda no gubernamental se vuelven a manifestar posiciones extremistas, no sólo en la agitación indígena y obrera, y en las obsesiones del ecologismo radical, sino también en el apoyo a fuerzas terroristas que actúan en otros países de América, que buscan extender su acción al nuestro, formando una fuerza internacional para atacar al Continente entero e imponer el marxismo en él ([1]).

Así, mientras los comunistas chilenos rinden homenajes a los terroristas colombianos muertos en pleno ejercicio de sus crímenes ([2]), se reconstituye una fuerza guerrillera que declara su propósito de extender la violencia por toda América del Sur; y aumentan los índices de delincuencia y del crimen organizado, sin que el Gobierno tome medidas serias para impedirlo.

Ante todo esto y frente a la inoperancia del Gobierno frente a esos hechos, ciertas figuras del actual Establishment chileno, que en principio no tienen afinidad alguna con la Concertación, sin embargo se muestran indulgentes con ella, con la manifiesta ilusión de que Chile seguirá de todos modos prosperando, y que a ellos les seguirá siendo posible ganar mucho dinero en él.

Así empezó a prevalecer en la política chilena el criterio de que quienes se oponen a la Concertación deben tener una posición, por así decir, indolora, inodora e insípida, o sea, que no les duela a los socialistas y que haya perdido gran parte de sus caracteres distintivos de una verdadera oposición. Les parece que sólo así ellos no serán tachados de fanáticos, pues olvidarán y dejarán que caigan gradualmente en el olvido general los principios más básicos del orden cristiano, lo que les permitirá posar de abiertos, dialogantes y modernos.

Esa mentalidad echó en ciertos casos raíces tan profundas que algunos dirigentes o candidatos de la oposición se lanzaron a un sin fin de actitudes en contradicción abierta con lo que la opinión pública espera de ellos, de modo que frustraron a sus propios partidarios y se volvió pública y notoria la ausencia de espíritu de cuerpo y de disciplina en ese bloque, con lo cual el apoyo del electorado bajó considerablemente.

Como es natural, ese criterio “indoloro, inodoro e insípido” significa una profunda relativización de los principios, que no pocas figuras del “Centro-Derecha”, por más absurdo que sea, hicieron suya, mientras muchos miembros de la Izquierda persisten ufanos e insistentes en sus aberraciones socialistas de siempre, como si fuesen las verdades más elementales, indiscutibles y benéficas.

La mentalidad relativista penetró no sólo en el “Centro-Derecha”, sino también en muchos miembros del Clero, en importantes hombres públicos, en numerosos dirigentes empresariales y en la generalidad de los medios de comunicación, de modo que numerosas iniciativas cuestionables del Gobierno socialista encuentran incomprensible aceptación o al menos apatía allí donde debían hallar oposición.

Así, al amparo de la indiferencia arriba descrita, la Concertación pudo, seis años atrás, aprobar el divorcio vincular según una ley que es de las más funestas de todas las que lo establecieron en las diversas naciones de América, y para esto concurrieron todos los senadores de la DC, del PS y del PPD, además de la casi totalidad “con una sola honrosa excepción” de los senadores de RN, a lo cual se sumaron varios de la UDI.([3])

Aprobada esa ley y quedando cada día más claro su carácter nefasto, la Concertación nada hace para combatir la demolición de la familia, y no cesa de tener iniciativas que claramente tienden a demolerla, de modo que las demandas divorcistas ya triplican las nulidades matrimoniales que había antes de la aprobación, y la tasa de nacimientos fuera del matrimonio supera los habidos en él.

Además, los tribunales de familia estén cada vez más congestionados, quedando en un dilema entre proceder a tramitaciones precipitadas o incumplir sus funciones. O sea, es una ley que estimula la crisis que sus autores decían combatir, y, sin embargo, es presentada por sus promotores como su mayor logro.

Pasada esa etapa, los demoledores de la familia se dejaron tomar por un fuerte frenesí: un proyecto de ley contra toda forma de discriminación, que favorecerá las conductas homosexuales y permitirá que se persiga a quienes las rechazan ([4]); planes de educación sexual escolar que equivalen a un sistema de perversión en gran escala de la niñez y de la juventud; distribución masiva de preservativos con el pretexto de combatir el SIDA, pese a que se sabe que tienen el efecto contrario, pues estimulan la vida licenciosa; un proyecto de reforma del Código Civil para establecer el pseudo-matrimonio homosexual ([5]).

En el mundo político, sólo hubo una iniciativa importante y victoriosa en pro de la Familia: el pedido de 32 diputados de ideas cristianas al Tribunal Constitucional para que examinase la legalidad del decreto gubernamental por el cual se dispuso la distribución gratuita, de la “píldora del día después”. El Tribunal estableció que, una vez que es probable que esa píldora sea abortiva, su reparto era inconstitucional y que debía ser suspendido.

Tal fallo despertó previsibles respuestas airadas del Gobierno y de los parlamentarios que lo apoyan, pero también, infelizmente, la reacción incomprensible de algunos destacados senadores de la Alianza, que calificaron de inoportuno el paso dado por esos diputados, pues a su juicio sería una política impopular ([6]).

O sea, algunos líderes opositores habrían preferido que la referida política hubiese continuado en vigor, pese a violar la Constitución, ¡sólo para que ellos no tuviesen que darse la molestia de defender con firmeza los principios!

Si así renuncian a éstos, muchos se preguntan: ¿qué interés puede tener que el próximo gobierno sea de la actual oposición, si ella continúa la política de la Concertación? ¿Cómo pensar que tales políticos cuidarán del bien común del País si creen que así se puede abdicar de los deberes más básicos de su labor parlamentaria?

En verdad, cuando una fuerza asume la defensa valerosa de los principios cristianos, alcanza por eso mismo una gran notoriedad, pero, cuando los abandona, causa una verdadera auto-demolición.

Que la Virgen del Carmen inspire en las fuerzas sanas chilenas que los defiendan sin claudicaciones, pues lo que Chile espera es que haya líderes que sepan interpretar la raíz cristiana de las ansias nacionales.


[1] Cf. “La polémica red de apoyo político de las FARC en Latinoamérica. Chile nuevo líder regional”. “El Mercurio”. 30 de marzo, 2008.

[2] Cf. “Comunistas chilenos rinden homenaje a fallecido líder de las FARC”, “EL Mercurio”, martes 27 de mayo, 2008

[3] “Un día de luto para la familia chilena”, http://www.accionfamilia.org/temas-polemicos/divorcio/luto-votacion-divorcio/

[4] Proyecto de ley que Establece medidas contra la discriminación, Boletín . N° 3815-07

[5] Proyecto de ley que Modifica el Código Civil en relación al concepto de matrimonio, Boletín N° 5780-18

 

[6] “Larraín apoya a Novoa y dice que no se debió recurrir al TC por «píldora». http://www.tercera.cl/contenido/23_7734_9.shtml

Comparta con sus amigos
03/07/2008 | Por | Categoría: Revolución Cultural

Deje su comentario