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¿Por qué Jesús llamó a su Madre «mujer» en las bodas de Caná?

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Jesús y su Madre en las Bodas de Caná
El milagro de la transustanciación del agua en vino, en las Bodas de Caná, a pedido de la Santísima Virgen María

La respuesta que Jesús dio a su Madre en las Bodas de Caná: “Mujer, ¿qué tengo yo contigo? Aún no ha llegado mi hora” (S. Juan 2,4), han querido interpretarla como un reprensión a la Virgen. ¿Qué pensar de esto?

La palabra del sacerdote

Pregunta – Un evangélico intentó convencerme de que en la respuesta que Jesús dio a su Madre en las Bodas de Caná: “Mujer, ¿qué tengo yo contigo? Aún no ha llegado mi hora” (S. Juan 2,4) , quiso reprender a la Virgen y, al mismo tiempo, minimizar su papel en la obra de la salvación, mostrando que Él es el único Señor. No lo creí, porque Jesús terminó haciendo el milagro que María había pedido, pero me quedé con una pregunta: ¿por qué trató a su propia Madre como una “mujer” y le dio esa respuesta?

Respuesta – La observación del lector fue muy correcta, ya que interpretar este dicho de Nuestro Señor como una “reprimenda” a su Madre habría sido cierto si la historia hubiera terminado ahí. Pero prosiguió.

María Santísima ordenó a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5), y Jesús ordenó que las tinajas fueran llenadas con agua y las convirtió en vino.

Si la solicitud hubiera sido desordenada y Nuestra Señora mereciera una reprimenda, Jesús no habría realizado el milagro. Si lo que fue pedido estaba mal, ¿por qué lo habría hecho? Y si no lo estaba, ¿por qué la habría reprendido?

Sin embargo, esto no evita la sorpresa del lector ante la aparente dureza de las palabras de Nuestro Señor, así como el hecho de tratar a Nuestra Señora como “mujer”.

Como ocurre con la Revelación divina, cosas que a primera vista son difíciles de comprender contienen hermosas verdades, que los santos y los mejores intérpretes de la Sagrada Escritura supieron desentrañar, como es el caso de este pasaje del Evangelio.

Ella aplastará la cabeza de la serpiente

El primer punto a considerar es que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el apelativo de «mujer» no es un desprecio.

Nuestro Señor lo utilizó en otras ocasiones, por ejemplo, en un contexto de gran respeto y ternura. Dirigiéndose a María Magdalena, inmediatamente después de la Resurrección: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?» (Jn 20, 15).

Asimismo, al responder a la mujer samaritana: “Mujer, créeme, la hora viene en que no adorarás al Padre, ni en este monte ni en Jerusalén” (Jn 4, 21).

A la mujer cananea que pidió la liberación de su hija atormentada por el diablo: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase en ti como quieres.” (Mt 15, 28). Y de nuevo a su propia Madre, desde lo alto de la Cruz, confiándole a San Juan, el discípulo amado: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26).

Además, en lo que se refiere al milagro resonante que da inicio a la vida pública de Nuestro Señor, se puede suponer que quiso dejar claro que María es la Nueva Eva, y que en este episodio comenzaría el anuncio hecho a la serpiente: “Pondré enemistades entre tú y la Mujer, entre tu descendencia y la de ella. Ella te aplastará la cabeza.” (Gen 3, 15).

A su vez, la frase «¿qué tengo contigo?» – que algunas versiones de la Biblia traducen vergonzosamente como «eso depende de mí». – es una frase hebrea que tiene muchos matices, demarcando, sin embargo, una divergencia de opiniones o la no aceptación de la solidaridad, o incluso el rechazo de una propuesta. (cf. Jos 22, 24; Jue 11, 12; 2 Reyes 16, 10; Mt 8, 29).

En el episodio de las Bodas de Caná, la frase se asocia con la frase “aún no ha llegado mi hora”, que no se refiere al inicio de su vida pública, sino a la consumación de su Pasión en el Calvario, como en muchos otros pasajes del Evangelio.

La secuencia de hechos mostró, por el contrario, que el ministerio de Jesús ya había comenzado. Al objetar, nuestro divino Redentor quiso asegurarse de que su Santísima Madre fuera consciente de que, al realizar públicamente un gran milagro, ya no podría permanecer en las sombras de su vida privada, sino emprender una trayectoria que lo llevaría lo alto de la Cruz.

El comportamiento de Nuestra Señora, simplemente indicando a los sirvientes que hicieran lo que Jesús ordenara, muestra que Ella aceptó fielmente el hecho de que la Palabra de Dios no se hizo carne solo para quedarse en su casa en Nazaret, sino para llevar a cabo la obra de Redención por medio de su Pasión y Muerte, a la que ya consintió con tanta energía que Ella misma tomó la iniciativa en el gesto que le daba inicio.

Jesús no dudó en obrar el milagro solicitado

Desde otra perspectiva, San Bernardo extrae del episodio de las Bodas de Caná una lección para quienes renunciaron al mundo y se consagraron a Dios en la vida religiosa. Respondiendo a la pregunta de Nuestro Señor, el doctor melifluo exclama:

“¿Qué hay en común, Señor, ¿entre Tú y Ella? ¿Pero no es eso lo que un hijo y su madre tienen en común? Preguntas qué relación hay entre Tú y Ella; pero ¿no eres tú el fruto bendito de sus entrañas? ¿No te concibió sin perjuicio de su virginidad, y no te dio a luz sin tacha? No fue en su seno donde pasaste nueve meses enteros, no fueron sus pechos los que te amamantaron, en fin, ¿no fue con Ella que a los 12 años volviste a Nazaret y a Ella fuiste sumiso? ¿Por qué entonces, Señor, le hablas con tanta dureza y le dices: «Mujer, ¿qué hay en común entre Tú y Yo?» Hay mucha afinidad entre Tú y Ella.

“Pero, ya veo, no es con impaciencia, ni con la intención de confundir la respetuosa ternura de tu Madre, que le dices: ‘Mujer, ¿qué hay en común entre Tú y Yo?’ porque, luego que los servidores se presentaron ante Ti, según qué tu Madre les había recomendado, no dudas en realizar el milagro que Ella te sugirió.

“¿Por qué entonces, hermanos míos, sí, por qué comenzó Él dándole esa respuesta? Es por nosotros, no lo duden, que una vez que nos convertimos a Dios, ya no cuidaremos de nuestros padres según la carne, y que sus necesidades no serán un obstáculo para nuestros ejercicios espirituales. Cuando vivimos en el siglo, es innegable que estábamos obligados con nuestras familias. Pero, desde el momento en que renunciamos a nosotros mismos, debemos con mayor razón considerarnos emancipados de toda preocupación por ellos.” (San Bernardo, 2º Sermón del 1º Domingo después de la Octava de Epifanía).

Intercesora universal de todas las gracias

Para los fieles sencillos, que deben buscar la salvación en los asuntos del mundo, la lección principal es la omnipotencia suplicante de Nuestra Señora. Porque la aparente negativa de Nuestro Salvador a la petición inicial de María tenía la intención de subrayar el papel central de Nuestra Señora como intercesora en su obra de salvación. Jesús rechazó tres veces la petición de la cananea, para instarla a persistir y dejar en claro que había liberado a su hija del diablo debido a la intercesión perseverante de su madre. De la misma manera, en Caná utilizó primero una fórmula de rechazo, luego “dejándose vencer” por su Madre, indicando así su papel de intercesora universal de todas las gracias.

Pidamos a la Virgen que transforme el agua insípida de nuestra vida espiritual en el mejor vino de santidad. Y no dejemos de acudir a una intercesora tan poderosa en todas nuestras necesidades, especialmente en lo que respecta a la preservación de la fe católica frente a la propaganda de los herejes y a la fidelidad a los Mandamientos en una sociedad tan corrupta como la nuestra.

Padre David Francisquini, in Catolicismo nº 849

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28/10/2023 | Por | Categoría: Formación Católica
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Un comentario to “¿Por qué Jesús llamó a su Madre «mujer» en las bodas de Caná?”

  1. Alberto Carrillo dice:

    El Evangelio de San Juan utiliza dos veces la palabra «Mujer»: en las bodas de Caná y en el momento de la crucifixión «Mujer, he ahí a tu hijo». Ambos pasajes están íntimamente relacionados. Ciertamente este hecho tiene una importancia máxima; Jesús confirma a su madre como intercesora.
    Y la tercera vez que se usa la palabra «Mujer» en el Nuevo Testamento es en el Libro del Apocalipsis, atribuido también al apóstol Juan, donde se describe la imagen de la Santísima Virgen.
    Con relación a la respuesta de Jesús a su madre en las Bodas de Caná, la traducción correcta de griego es «Qué a mí y a tí en todo esto; mujer» que equivale a decir «que tenemos que ver nosotros en esto». Hay que tener presente que en las bodas había un mayordomo que tenía que estar atento a estas necesidades. Estas palabras de Jesús están muy lejos de ser una reprimenda. Por último, cabe señalar que hay traducciones de este pasaje que son lamentables y que fomentan la tesis protestante. Hace muy poco adquirí una Biblia Católica promocionada por una Institución Católica que en este pasaje traducía
    las palabras de Jesús así: «Por qué intervienes en mi vida» . Por Dios! Jesús no le dijo eso a su madre! …

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