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Los tres Reyes Magos y algunos pastores

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Grandes y pequeños junto a la cuna del Niño Jesús

La Providencia quiso que el niño Jesús recibiera la visita de tres sabios – que según una venerable tradición eran también reyes – y de algunos pastores. Precisamente los dos extremos de la escala humana de valores. Porque el rey está por derecho en el ápice del prestigio social, de la autoridad política y del poder económico, y el sabio es la máxima expresión de la capacidad intelectual. En la escala de valores el pastor se encuentra, en términos de prestigio, poder y ciencia, en el grado mínimo, en la planta baja. Pero la gracia divina, que llamó a los Reyes Magos hasta el pesebre desde el fondo de sus países lejanos, también llamó a los pastores desde el fondo de su ignorancia. La gracia no hace nada equivocado o incompleto. Si ella los llamó y les mostró cómo ir, les abrá enseñado también cómo presentarse ante el Hijo de Dios. ¿Y cómo lo hicieron? Del modo característico que eran. Los pastores fueron allí al frente de sus ganados, sin pasar antes por Belén para una «toilette» que ocultara su condición humilde. Los Reyes Magos se presentaron con sus tesoros – oro, incienso y mirra -, sin tratar de ocultar su grandeza que desentonaba del medio ambiente sumamente humilde en que se encontraba el Divino Infante.

La piedad cristiana, expresada en una iconografía abundantíssima, entendió durante siglos, y aún lo hace, que los Reyes Magos fueron a la cueva con todas sus insignias. Esto significa que junto a la cuna cada uno se debe presentar tal como es, sin disfraces ni atenuantes. Porque hay lugar para todos, grandes y pequeños, fuertes y débiles, sabios e ignorantes. Se trata de que cada uno, se conozca a sí mismo, para saber dónde colocarse al lado de Jesús.

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Extractos de un artículo del profesor. Plinio Corrêa de Oliveira, Catolicismo, diciembre/1955

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27/12/2011 | Por | Categoría: Formación Católica
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