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Maravillosos frutos de la confianza – Ejemplo de santos

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Bodas místicas de Santa Catalina de Siena – Tabla gótica de Giovanni di Paolo di Grazia (Detalle)

¿Ponemos en nuestras oraciones una confianza extrema, algo del absolutismo del niño que solicita a su madre un objeto que desea con empeño; o el de esos pequeños mendigos que nos persiguen y a fuerza de importunidad son atendidos?

Los santos rezaban con gran confianza; y Dios se les mostró en una generosidad infinita. El Padre Sisoïs, como informa la vida de los Padres, rezaba por uno de sus discípulos, que estaba abatido por la violencia de la tentación.

“Te guste o no», le dijo a Dios: «¡No te dejaré hasta que lo hayas curado! «

   Y el alma del pobre hermano encontró la gracia y la serenidad. [1]

Nuestro Señor se dignó revelar a Santa Gertrudis que su confianza le hacía tanta violencia a su Sagrado Corazón que no podía evitar favorecerla en todas las cosas.

Y agregaba que al hacerlo, satisfacía las exigencias de su Bondad y su Amor por ella.

El virus chino y la confianza en la Santísima Virgen

Una amiga de la misma santa había estado rezando durante un tiempo sin obtener nada.

«He diferido darte lo que me pediste», le dijo el Salvador, «porque no confías en mi Bondad como mi fiel Gertrude. Así es que nunca le rechazaré nada de lo que ella me pida”. [2]

Finalmente, he aquí el testimonio del Beato Raymond de Capua, su confesor, de cómo rezaba Santa Catalina de Siena:

“Señor», decía ella, «no dejaré tus pies, tu presencia, hasta que tu Bondad me haya otorgado lo que deseo, hasta que quieras hacer lo que quiero”.

“Señor”, proseguía, «quiero que me prometas la vida eterna para todos los que amo”.

Luego, con admirable osadía, extendía su mano hacia el Tabernáculo.

“Señor”, agregaba, «pon tu mano en la mía. Sí, dame una prueba de que me darás lo que te pido”.

En estos tiempos de crisis de dificultades de todo tipo, les ofrecemos gratuitamente el sencillo y breve Libro de la Confianza

Que estos ejemplos nos inviten a recogernos; examinemos un poco nuestra conciencia.

Pongamos, con un autor piadoso, la siguiente pregunta:

«¿Ponemos en nuestras oraciones una confianza extrema, algo del absolutismo del niño que solicita a su madre un objeto que desea con empeño; el absolutismo de esos pequeños mendigos que nos persiguen y a fuerza de importunidad son atendidos; especialmente el absolutismo a la vez tan respetuoso y lleno de confianza de los santos en sus pedidos”. [3]


[1] Vita Patrum, lib. VI.

[2] Saint-Jure, De la connaissance et de l’amour de Jésus-Christ, t. III, p.27.

[3] Sauvé, Jésus intime, t. II, p. 428.

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28/07/2022 | Por | Categoría: Formación Católica
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