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Carta de Acción Familia al Cardenal don Francisco Javier Errázuriz

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La carta pide al Cardenal Errázuriz, como Gran Canciller de la Universidad, que haga cesar el escándalo de las programaciones de Canal 13


Santiago, 28 de febrero de 2003

Emmo. y Revmo.

Sr. Cardenal don Francisco Javier Errázuriz Ossa

Arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la Universidad Católica.

Presente

Eminencia Reverendísima:

Nos dirigimos a V. Emcia. en representación de «Acción Familia», interpretando el sentir de incontables católicos chilenos desconcertados por los contenidos de los programas recientes del Canal de TV de la Universidad Católica. Nos referimos específicamente a «Protagonistas de la Fama», del género «reality show», comenzado el pasado 6 de enero y con una duración prevista de tres meses, y al contrato del conjunto «Los Prisioneros» y su exhibición durante el último Festival de Viña del Mar.

Creemos superfluo dar a V. Emcia. un resumen del contenido del programa «Protagonistas de la Fama» pues es conocido de todo el País, habiéndose transformado, según la prensa, «en ˜el” espectáculo del verano. Todo el mundo habla de él. O porque están en la masa que se pega a las pantallas a partir de las 23 horas o porque reciben los comentarios» (cf. «El Mercurio, 12 de febrero de 2003).

Al respecto conviene citar como resumen lo dicho por «El Mercurio» el 16 de febrero último: «El negocio del realytivismo (sic). Canal 13 descubrió la fórmula para captar la esquiva audiencia y la entrada de recursos: sumar a su parrilla un programa con suspenso, celos, desnudos, complots y sexo». En la misma nota se afirma que este género de programas «es una introducción a la prostitución bajo el manto de realismo, un programa que trabaja sobre el morbo y las carencias sexuales de los televidentes».

En otras palabras, de esos programas se dice que retratan la realidad, cuando en verdad son constituidos por una serie sin fin de escenas prosaicas y pecaminosas, que tienen el fin de inducir a los espectadores a creer que así es y debe ser la vida humana cotidiana, con entera prescindencia de las normas morales, para que el público se deje arrastrar por ese tipo de costumbres. Es triste, pues, para los católicos que el Canal que debería representarlos tome la vanguardia en ese proceso de descomposición.

Así, se dio la paradoja que el programa en cuestión fuese calificado por el Senador socialista Viera-Gallo como un atentado «contra la dignidad de las personas», «un experimento con seres humanos sólo por rating y publicidad», por lo cual «emplazó a la Universidad Católica y al Cardenal Francisco Javier Errázuriz a pronunciarse al respecto» (cf. «El Mercurio, 9 de enero, 2003).

Con relación a las declaraciones del conjunto «Los Prisioneros»a través del mismo canal católico el 22 y el 23 de febrero último, nos abstenemos de repetir las expresiones de odio de clases y groserías ahí pronunciadas, en atención a su alta investidura como Cardenal de la Santa Iglesia, y por la decencia que debe tener todo católico.

La prensa consideró tal proyección como «una noche decisiva para el momento actual de Canal 13. Los Prisioneros le dieron la ocasión a la estación de la Católica de demostrar los nuevos límites editoriales de UC-TV Porque Los Prisioneros criticaron en la tribuna del festival a la Iglesia Católica, a la prensa y a la TV. Tenían gran parte del país pendiente de sus palabras: mientras actuaban alcanzaban un peak de 51 puntos cerca de las dos de la mañana» (cf. «El Mercurio», 24 de febrero de 2003).

En suma, esos programas han sido vistos como los primeros pasos de una nueva orientación del Canal 13, de una índole que sería previsible de otras emisoras televisivas, pero que es chocante que se manifieste precisamente en la que es propiedad de la Universidad Católica.

Intentando justificar esta proyección de groserías y ataques a la Iglesia, e insinuando que altas autoridades de la UC la quisieron expresamente, el Director Ejecutivo del Canal, Sr. Enrique García, declaró: «Yo tengo jefe Ellos pueden y deben medirme, no espero algo distinto. En todo caso debe quedar claro que ésta no es una arrancada de tarros del Director de Canal 13. La comisión organizadora revisó y aprobó cada uno de los invitados a este festival, incluidos los Prisioneros. Aquí no hay nada de improvisado»(cf. «El Mercurio», 24 de febrero de 2003). Y en efecto, hasta el momento no hubo autoridad alguna de esa Institución que lamentara o censurara lo sucedido.

Difícilmente se puede creer que el Canal 13 haya sido «sorprendido» por las declaraciones de los Prisioneros, toda vez que pagó, según informó la prensa, un millón de dólares para que ese conjunto actuase en el Festival (cf. «El Mercurio», 26 de febrero de 2003), lo cual no hace sino aumentar la perplejidad de los auténticos católicos ante estos hechos.

Por ocasión de su nombramiento como Rector de la Universidad Católica, el Dr. Pedro Rosso, declaró, hace casi tres años: «Es necesario establecer que para la Pontificia Universidad Católica de Chile, la propiedad de un canal de televisión se justifica sólo en la medida que éste pueda contribuir al cumplimiento de su misión institucional de servicio público y el propósito superior de la Iglesia de evangelizar la cultura». «Esto implica un cambio muy importante de políticas, en el sentido de que el éxito del Canal y su valoración no será medido en término de los aportes financieros que pueda generarle, sino de su capacidad de cumplir la nueva misión comunicacional que le estamos encomendando» (cf. «El Mercurio», 1º de abril de 2000)..

Cabe entonces preguntar: ¿Entienden las autoridades de la Universidad Católica, de la cual V. Emcia. es Gran Canciller, que esos programas cumplen con la misión comunicacional de «evangelizar la cultura» definida hace tres años? En el caso de que V. Emcia. crea que no cumplen, ¿cómo entender entonces el silencio y la omisión de las mismas autoridades ante estos hechos, que traumatizan las conciencias de muchos fieles y corrompen las de tantos otros?

Este problema de conciencia se hace especialmente grave en las actuales circunstancias por las que atraviesa el País. Como V. Emcia. sabe, hay una ofensiva para demoler las instituciones que preservan nuestra más sanas tradiciones cristianas y protegen la moralidad de las costumbres, especialmente la Familia monogámica e indisoluble. Para realizar tal demolición, sus agentes alegan que se debe adecuar la legislación a las actuales conductas de los chilenos, los cuales “entre otras cosas” ya no soportarían la indisolubilidad del vínculo matrimonial. (cf. «La Revolución cultural, un smog que envenena la familia cristiana en Chile», Acción Familia, diciembre de 2001).

Ante tales alegatos corresponde a los católicos y de modo especial a sus medios de comunicación, como es el canal de TV-UC, reforzar los valores morales que se oponen a esa degradación, como son las virtudes de la castidad y de la fidelidad conyugal. Sin embargo, el Director Ejecutivo del Canal católico asumió la actitud contraria, tratando de justificar la proyección de los referidos programas al decir que «La decisión de seguir emitiendo no se inscribe en una realidad de puro rating. Es más bien el intento de Canal 13 de ejercitar un acercamiento a la realidad del Chile de hoy. Ése es nuestro compromiso y lo respetamos» (cf. «El Mercurio», 24 de febrero de 2003).

O sea, el Canal de la Universidad Católica, en vez de promover las virtudes morales y el cumplimiento del Decálogo, se «compromete», no sólo con el rating -o sea, con la recaudación de dinero- sino sobre todo con acercarse «a la realidad del Chile de hoy». Y para cumplir ese «compromiso» se dispone a proyectar durante un mes seguido todo tipo de escenas degradantes de infidelidad y relaciones sexuales entre jóvenes encerrados en una casa, y, posteriormente, contratar y proyectar a todo el País los bajos insultos y groserías de «Los Prisioneros» contra la propia Iglesia Católica en el Festival de Viña del Mar.

Los hechos mencionados, que no constituyen una excepción, sino sólo los puntos auge más recientes dentro de la chocante programación del Canal, son demasiado graves como para pasar inadvertidos a las autoridades eclesiásticas, pues lo que sugieren es que los católicos ya no deberían aspirar a que su Fe conquiste y oriente al mundo, sino simplemente que tienen que dejarse arrastrar por él.

De los laudables propósitos formulados por el Dr. Rosso el año 2000 a los programas que comentamos -agravados por las palabras del Director Ejecutivo de TV-UC, Sr. Enrique García- hay un tan agudo cambio de rumbo que el silencio de V. Emcia., como Gran Canciller de la Universidad, a ese respecto parecerá a muchos fieles católicos como un beneplácito suyo a la nueva línea que estos hechos denotan, de modo que filialmente pedimos su intervención.

Una actitud correctiva de V. Emcia. es especialmente urgente también porque, si no se da, los promotores de la ley de divorcio y de otros proyectos legislativos contra la Familia cristiana negarán a la Iglesia autoridad moral para oponerse a tales iniciativas por estar auspiciando a través de su propio Canal las conductas que con esas leyes supuestamente se pretende regular.

Además, las instituciones de laicos católicos que batallan en defensa de la familia cristiana -entre las cuales Acción Familia se honra de estar- no pueden dejar de sentir una verdadero golpe a sus espaldas, al ver que el Canal católico asume ufanamente el «compromiso» de acercarse a la «realidad de Chile de hoy» y que por tal «realidad» entiende la promoción del sexo libre y de las groserías de la más baja extracción.

Para concluir, permítanos V. Emcia. que citemos la Nota Doctrinal publicada hace poco por la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre «el compromiso y la conducta de los católicos en la vida política» -que desgraciadamente no encontró mucho eco en nuestro país…- donde son expuestos principios que mutatis mutandis aquí tienen aplicación.

En efecto, en esa Nota se expresa que: «en el seno de algunas asociaciones u organizaciones de inspiración católica, han surgido orientaciones de apoyo a fuerzas y movimientos políticos que han expresado posiciones contrarias a la enseñanza moral y social de la Iglesia en cuestiones éticas fundamentales». Y concluye afirmando: «Tales opciones y posiciones siendo contradictorias con los principios básicos de la conciencia cristiana son incompatibles con la pertenencia a asociaciones u organizaciones que se definen católicas» (cf. Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 24 de noviembre de 2002).

Quiera ver, Eminencia Reverendísima, en las consideraciones que aquí dejamos expuestas, nuestro ardiente deseo de fidelidad al Supremo Magisterio de la Iglesia, así como el profundo anhelo de encontrar en las actitudes de los Pastores un ejemplo de valentía para enfrentar la degradación moral contemporánea.

Al hacer pública nuestra inconformidad en relación con todo lo arriba referido, respetuosamente la colocamos en las manos de V. Emcia., al mismo tiempo que pedimos sus valiosas oraciones y su bendición,

En Jesús y María

Luis Montes Bezanilla        

Juan Antonio Montes Varas       Directores

                                                                 

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28/02/2003 | Por | Categoría: Televisión

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