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Silencio ensordecedor

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Ha llamado la atención de que la prensa nacional haya guardado un tan absoluto silencio sobre las numerosas y multitudinarias manifestaciones, que han tenido y que continúan teniendo lugar en Francia, contra la ley del «matrimonio» homosexual del presidente Hollande. Las escuetas noticias que fueron publicadas en Chile informaron sobre incidentes totalmente marginales a las manifestaciones, que algunas veces fueron provocados por la violencia policial.

¿Cómo se puede entender este silencio? ¿Se trata acaso de un movimiento sin solidez?

Veamos una muestra de lo que mueve a estos jóvenes franceses. Se trata de un ejemplo para Chile y para el mundo.

Manifiesto de un vigilante

La victoria silenciosa de los vigilantes … Lo bello eleva el alma y hace bien.

“En el mes de abril, Francia ha visto nacer a los vigilantes. Apostados como centinelas, ellos velan sobre un depósito, sobre una herencia. Porque existen leyes que no son legítimas. Cuando el poder, bajo apariencia de legalidad, sacude los cimientos de una civilización, trastorna los fundamentos tradicionales de la sociedad, para satisfacer reivindicaciones ideológicas y de grupos, suscita naturalmente un viento de insurrección popular. Hemos entrado en resistencia. Una resistencia pacífica y decidida, cuya resolución nadie conseguirá debilitar, y que en adelante debemos mantener en el tiempo.

“Defendemos el derecho de un niño de tener un padre y una madre, de no ser arrancado de sus orígenes, de no ser privado de sus raíces.

“Guardianes silenciosos de un tesoro que no nos pertenece, queremos preservar las leyes inmutables de las cuales la civilización es naturalmente la protectora: las leyes de la filiación, del linaje, del enraizamiento. En los puestos de avanzada, centinelas en vigilia, seremos testigos pacíficos y resueltos, de un legado que nos negamos a ver desaparecer. Porque somos depositarios y no propietarios, tenemos el deber de trasmitirlo intacto a las futuras generaciones. Es esta todavía la razón por la cual nuestra resistencia actual no es un derecho: ¡es un deber!

“Porque existen leyes que proceden de un orden de cosas, del cual el hombre no es el autor. Estas leyes superiores no están escritas, pero ellas permanecen gravadas en el corazón del hombre: ningún legislador humano puede transgredirlas impunemente, ya que el equilibrio del hombre está vinculado a su acatamiento.

¿No es esta precisamente la enseñanza de Antígona de Sófocles, bajo cuyo patrocinio se han colocado los “vigilantes”? Obligada a justificarse, después de haber infringido la prohibición de la ley promulgada por Creón, ley que prohibía la sepultura de los soldados muertos en las filas del enemigo, Antígona declaró al rey: ‘Yo no creía que tus edictos tuviesen tanto poder que permitiesen a un mortal violar las leyes divinas: leyes no escritas pero intangibles. Ellas no datan ni de hoy, ni de ayer: son de siempre. Nadie sabe el día en que aparecieron. Desobedecerlas, ¿no es claramente, por respeto cobarde de la autoridad de un hombre, incurrir en el rigor de los dioses?’. Desde Antígona los pueblos saben que el bien y el mal no están determinados por la voluntad humana, aunque ella sea la de todos, y que lo que es legal no es siempre legítimo.

“Dentro de este orden de cosas, que el hombre no ha hecho, está la naturaleza humana. Esta naturaleza humana es sexuada: es decir, ella no se realiza fuera del hombre y de la mujer. Sobre esta alteridad sexual, sobre la que reposan la transmisión y recepción de la vida, se funda la familia: base sobre la cual reposa el edificio social, condición de una sociedad perenne, fundamento objetivo de una sociedad que ella inscribe en el tiempo, asegurando la renovación de las generaciones. Construida sobre la complementariedad de los sexos, la familia organiza así la filiación; ella perpetúa un linaje. Pero el poder hoy prefiere dividir a la humanidad en homosexuales y heterosexuales, más que en hombres y mujeres: ella niega la diferenciación sexual como fundamento de la sociedad, para preferir la ‘orientación sexual’ en la cual encierra a los individuos; y finalmente sustituye la objetividad de una naturaleza sexuada por la subjetividad del deseo egoísta.

“De allí que, cuando la ley, rechazando lo real e ignorando la función social de la familia, se aparta del bien común y se ordena, por el contrario, a la satisfacción del deseo humano, poniéndose a su servicio, conduciendo a hacer mañana del niño un deber más que un don; haciendo que mañana el cuerpo de la mujer tenga un valor mercantil, entonces ella pierde verdaderamente su razón de ser y, por ello, su legitimidad. Es por esto que nuestra conciencia nos manda hoy que entremos en resistencia frente a la arbitrariedad del legislador.

“El Estado no es un prestador de servicios: no tiene vocación de reconocer una multitud de categorías para, simplemente, darles derechos. La ley no debe ser confiscada para ser puesta al servicio de los intereses consumistas del individuo, en una sociedad que va perdiendo su significado: su misión consiste, por el contrario, en buscar el bien común.

“La ideología de los aprendices de brujos que están en el poder, por muy seductora que sea, no hará jamás que la realidad se doble: y la realidad, es que un bebé procede siempre del amor de un papá y de una mamá, y que tiene necesidad de los dos para crecer. Para sustituir la realidad, esta ideología se impone por la violencia. Por esto la familia es hoy atacada por todos lados: ella es, sin embargo, el último bastión de los pobres y de los desheredados; donde se viven y se trasmiten, de modo natural y cercano, los lazos de la solidaridad.

“¿Hasta cuándo resistiremos? La respuesta es simple: ¡No cederemos JAMÁS! ¡Mientras subsistan los intereses a nombre de los cuales hemos luchado, es decir el interés del niño, de las futuras generaciones, de la Francia de mañana, no nos callaremos!

“¿Esos intereses caducaron al día siguiente de la elección? ¿Cesaron de existir? No solamente perduran, sino que ellos están hoy mucho más amenazados que ayer. Somos los testigos vigilantes de una civilización que se muere: pero mientras velemos, ella continuará existiendo. Frente a la contra-civilización, que los enemigos de Francia están construyendo sobre las ruinas de una herencia milenaria, nuestro testimonio será público y permanente. El tiene vocación de durar. Para que no se olvide”.

Jean de Rouen, in Nouvelles de France

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04/06/2013 | Por | Categoría: Homosexualidad
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