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Donde la familia fue abolida

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Venezuela un cáncer en América
El comunismo, enemigo declarado de la familia, produce análogos efectos donde se instala. En la foto vemos venezolanos comiendo de  la basura

En Camboya, se intentó eliminar la familia, para aniquilar las conciencias, reducir a los hombres a un estado de inercia intelectual y moral, eliminar los sentimientos y emociones ‒el amor, la compasión, la alegría, la esperanza, la confianza‒ y reprimir toda expresión de individualidad.

“Abolir la familia” fue una de las principales metas de Marx y Engels

La familia está siendo atacada de modo sistemático. Todos los días oímos hablar de nuevas iniciativas para debilitar, para desacreditar y obstaculizar a los que la defienden.

Hay muchas formas de atacar a la familia: quitándole funciones y confiándolas a otras instituciones; disolverla, afirmando que todas las formas de cohabitación y unión son «familia»; desvinculando la procreación de la relación entre un hombre y una mujer; haciéndole difícil su existencia, no apoyándola e imponiéndole cargas; difamarla, presentándola como un lugar de opresión, de discriminación y de violencia, en la que se viola la libertad de la persona. En este momento en el mundo occidental se están usando todas estas formas.

Quien es hostil a la familia está convencido de que sin esta institución la vida humana y la sociedad serían mejores. De hecho, no hay manera de saberlo, al menos sin recurrir a ejemplos de sociedades sin familia. A diferencia de otras instituciones, que se crearon a medida de que la sociedad se hizo más compleja, la familia nació con el hombre, siempre ha existido.

Niños separados de sus familias y reducidos a mendigos en Camboya
En menos de cinco años, entre un cuarto y un tercio de los habitantes de ese país sin familia murió
Un ejemplo histórico de abolición de la familia

Pero en realidad ha existido un ejemplo histórico que debería hacer reflexionar a aquellos que ven en la familia un obstáculo para la plena realización de la persona humana y de los valores de libertad y justicia.

Sucedió en un país pequeño, con menos de seis millones de almas, que se encontró de la noche a la mañana, literalmente en pocas horas, privado de la familia: esposos y esposas, hermanos y hermanas, padres e hijos, separados, obligados a vivir en varios asentamientos, a menudo lejos el uno del otro, con la prohibición de comunicarse de cualquier manera y con un castigo severo a la menor transgresión.

La revolución sexual destruye la familia III

Usted podría ser sentenciado a muerte por haber logrado contactar a su familia en secreto, de noche, sorteando los controles, para estar con ella unos minutos; para llevarle la comida que siempre escaseaba. La única excepción era para los niños de muy corta edad, que aún no se desmamaron, o cuando resultaba conveniente por alguna razón que fueran sus madres para cuidarlos, por ejemplo, si se enfermaban. La condición, sin embargo, era que las tareas necesarias no se convirtieran en ocasión para emociones, expresiones de afecto y de ternura.

Niños y adolescentes convertidos en verdugos despiadados
El rechazo de la familia y, como es lógico, de la propiedad privada, en nombre de un hombre libre, de una sociedad justa e igualitaria, se transformó en un enorme y aterrador ataque a la individualidad, a la persona, a la vida.

La creación de un «nuevo hombre»

Durante las reuniones ‒una especie de grupos de concienciación‒ organizados para acelerar la formación del nuevo hombre que se quería dar a luz, en el cual serían sustituidos los valores equivocados y contaminados. Una madre culpable de haber transgredido las normas, si era descubierta y denunciada, debía admitir la propia culpa («Es verdad, abracé por un momento a mi bebé que estaba llorando, lo mecí, lo besé, le canté una canción de cuna…»), declarar su pesar y prometer no cometer nuevamente estos errores.

En esa sociedad sin familia, todo fue hecho para aniquilar la conciencia, reducir a los hombres a un estado de inercia intelectual y moral, eliminar los sentimientos y emociones ‒el amor, la compasión, la alegría, la esperanza, la confianza‒ reprimir toda expresión de individualidad. Incluso se prohibió el uso del pronombre personal «yo»: prohibido decir «yo quiero», «yo voy», «yo pienso»… en otras palabras, concebirse como un individuo. No fue necesario prohibir el pronombre posesivo «mío»: nadie tenía nada.

Un genocidio
El balance del experimento de los Kmer Rouge en Camboya
Esqueletos de las víctimas asesinadas por el Khmer Rouge

En menos de cinco años, entre un cuarto y un tercio de los habitantes de ese país sin familia murió: de privaciones, de fatiga, de hambre, de enfermedad, por las torturas y abusos, a menudo a manos de niños y adolescentes convertidos en verdugos despiadados. Muchos fueron ejecutados. Muchos murieron de angustia y desesperación.

El número de muertos fue de entre 1,7 y 2,5 millones, tal vez más aún: un genocidio. El rechazo de la familia y, como es lógico, de la propiedad privada, en nombre de un hombre libre, de una sociedad justa e igualitaria, se transformó en un enorme y aterrador ataque a la individualidad, a la persona, a la vida.

El país sin familia ‒es superfluo decirlo‒ es la Camboya del Khmer Rouge, de Pol Pot, que gobernaron entre 1975 y 1979, imponiendo un régimen totalitario comunista, la República Democrática de Kampuchea.

Anna Bono, in La Nuova Bussola Quotidiana

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04/08/2022 | Por | Categoría: Familia tradicional
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