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“No te es lícito”: La advertencia que no se oyó

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Para evitar que el electorado se perdiese en la confusión de las posturas anti-familia de los candidatos presidenciales, Acción Familia solicitó a los Obispos “iluminar oportunamente nuestras conciencias con respecto a la cuestión moral (…): ¿Es lícito votar a favor de candidatos que promuevan la despenalización del aborto, el reconocimiento de las uniones homosexuales, la equiparación de la familia monogámica con otros tipos de “familias” y la legalización de la eutanasia…”?

Tal solicitud fue entregada a los Obispos, al inicio de la reciente reunión de la Conferencia Episcopal, junto con las firmas de centenares de adherentes a ese pedido. Los Obispos tuvieron a bien emitir una declaración sobre ese tema al cerrar la Asamblea General, el pasado 20 de noviembre.

Bajo el título de, “Chile una mesa para todos”, los Obispos indican: “A quienes nos solicitaron mayor orientación (…) ante las elecciones, les reiteramos que (…) entre estos valores (a respetar) son imprescindibles el apoyo a la familia y el respeto a la vida desde la concepción, pasando por todas las etapas de su desarrollo, hasta la muerte natural; la superación de la miseria y del desempleo; el desarrollo económico y humano que contribuya a una mayor equidad social y a la generación de fuentes de trabajo estables; el acceso a una educación libre, integral y de calidad, sobre todo para los pobres; políticas de salud pública que honren la dignidad de las personas; y la superación de los gravísimos problemas producidos por la droga”.

Junto con destacar la rápida respuesta de los Señores Obispos a la solicitud, no podemos dejar de ponderar algunos aspectos de ella que nos causan preocupación.

La larga enumeración de problemas, de desigual gravedad y de distinto valor moral, a que se refieren los Obispos, disminuye la percepción de los fieles sobre la nocividad del aborto en Chile.

Así, cuando se menciona el asesinato en masa de los inocentes -que es el aborto- junto a las justas necesidades de los más pobres, o a los daños producidos por la droga, la evaluación moral de los males señalados tiende a equipararse. De este modo, algunas personas pueden considerar que, estando los otros aspectos señalados mejor garantizados por un candidato que propugna el aborto, sería lícito votar por él.

Para evitar esta confusión de conciencia, el Papa Benedicto XVI acuñó la expresión de “puntos no negociables”, entre los cuales destaca principalmente la defensa de la familia natural basada en el matrimonio y el derecho de nacer. Hay otros aspectos que sí podrían ser “negociables”, por lo que no es conveniente ponerlo todo «en un mismo saco».

Un problema análogo ocurrió en las elecciones presidenciales norteamericanas.

Mons. Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, al referirse al lamentable apoyo mayoritario de los católicos norteamericanos a Obama, un candidato declaradamente abortista, declaró a LifeSiteNews.com: “Aunque hubo un mayor número de obispos que habló muy claramente y con firmeza, también hubo un número que no lo hizo”. Pero, según Mons. Burke, el documento más dañino fue “Faithfull Citizenship”, de la Conferencia Episcopal Norteamericana que “condujo a la confusión” a los católicos votantes, pues: “mientras afirma que la cuestión de la vida es el primero y más importante problema, señala que existen otros asuntos ‘de importancia comparable’, sin hacer las necesarias distinciones”.

Se debe agregar una observación con respecto a la declaración de los Obispos chilenos. Y es que los asuntos que deben decidir el voto, son presentados por los Obispos, no como una cuestión de conciencia, sino como respetando “lo mejor de nuestras tradiciones republicanas”. Ahora bien, si la familia y el derecho a la vida son meras “tradiciones republicanas”, dejan de ser consideradas por el común de las personas como un imperativo intangible de la Ley de Dios, y en consecuencia el sustento religioso que merecen, inevitablemente se debilita.

Por último, la declaración episcopal señala: “cada uno habrá de votar, desde una conciencia bien formada, en modo coherente con las convicciones más profundas del Cristianismo”. Tal afirmación, que en tesis es perfectamente correcta, supone sin embargo que las conciencias estén “bien formadas”. Sin embargo, parece no ser ésta la realidad. Pues, de acuerdo a la última encuesta CEP, más del 34% de los católicos declara que votará por las candidaturas pro aborto de Frei y Enríquez Ominami (1). Es decir, más de un tercio de los católicos que votan, no tienen una conciencia bien formada o no han sido debidamente advertidos de la ilicitud moral de votar a favor de tales proyectos.

En realidad, ambas hipótesis no se excluyen. Basta pensar en una familia católica, que a lo largo de estos últimos diez años haya visto continuamente la programación del Canal de TV de la Universidad Católica, donde se han presentado como inocuas las uniones homosexuales, las infidelidades matrimoniales y otras formas de destrucción de la familia, para comprender por qué al cabo de una década sus miembros no tengan una objeción de conciencia para conceder su apoyo a programas abortistas o que propugnen las uniones homosexuales.

Precisamente por esta razón, nos parecía que un modo de subsanar esa insuficiencia de formación, era que se hubiera escuchado de parte del conjunto de los Obispos el “no te es lícito” de San Juan Bautista ante el adulterio de Herodes.

Tal advertencia lamentablemente no se oyó. Esperemos que las consecuencias no sean las mismas que las que han tenido que lamentar los católicos norteamericanos.

1 Cf. “El Mercurio”, 20 de octubre, 2009

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23/11/2009 | Por | Categoría: Política y valores
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