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El despertar del cristianismo en Europa

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Desde hace algún tiempo, en varios países europeos está ocurriendo un redescubrimiento de sus raíces cristianas. Esa tendencia está adoptando una actitud militante frente a las presiones de EE.UU. y de la Unión Europea (UE) para imponerles la sanción de las conductas homosexuales.

Un bello castillo húngaro

En Hungría, Croacia y en otros lugares de Europa del Este, se está produciendo una revolución pro‒familia, anti aborto y un redescubrimiento de las raíces cristianas. Aunque pocos en los medios de comunicación estadounidenses lo han notado, esta tendencia debería desafiar a aquellos que simplemente lamentan el malestar moral de Europa. Inadvertido en las sombras de un occidente secularizado, el rol público de la religión ha ido creciendo en el Este desde la caída del comunismo.

Desde que asumió el poder en 2010, el primer ministro Viktor Orban ‒un veterano carismático anticomunista clandestino en Hungría‒ se ha mantenido victoriosamente en la vanguardia de lo que los americanos llaman las guerras culturales. En 2011, el gobierno de Orban ratificó una nueva constitución que define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer; sostiene los derechos de los húngaros no nacidos, y vincula el cristianismo a la nacionalidad húngara. En 2013, el gobierno de Orban reintrodujo ‒por primera vez desde antes del comunismo‒ la educación religiosa en las escuelas públicas. Mientras tanto, Orban (padre de cinco hijos) ha hecho que el código tributario húngaro más favorable a las familias numerosas.

Después del fracaso del Vaticano en proteger al valiente cardenal Jozsef Mindszenty de Hungría y de reemplazar a los obispos anticomunistas con aduladores colaboracionistas, como parte de su política de la Ostpolitik en la década de 1960‒70, la Iglesia Católica fue empujada a la clandestinidad o a la colaboración con el régimen. Los disidentes anticomunistas de Hungría fueron en gran medida anti‒clericales.

Sin embargo, desde la caída del comunismo, la sociedad húngara, como Orban, ha comenzado a redescubrir sus raíces. Orban comenzó a recuperar sus raíces, gracias a su esposa católica. Leyó vorazmente sobre el cristianismo y en la década de 1990 recibió la confirmación.

Croacia

Entre los cristianos de Hungría, la revolución favorable a la ley natural es principalmente de arriba hacia abajo (a pesar de que un número cada vez mayor de húngaros están redescubriendo sus raíces, su asistencia a la iglesia sigue siendo baja). Por el contrario, la vecina Croacia es una sociedad donde el pueblo ha defendido la familia, desafiando a los políticos laicistas. Desde su independencia en 1991, los croatas han redescubierto su identidad católica en gran parte gracias al papel que la Iglesia desempeñó en la lucha por los derechos de los croatas bajo el gobierno yugoslavo.

Según una pesquisa del sociólogo Anica Marinovic Bobinac, la proporción de los croatas que creen en Dios se ha elevado de 39 por ciento en 1989, a 75 por ciento en 1996 y 82 por ciento en 2004.

El número de jóvenes que estudian para el sacerdocio en Croacia ha sido notablemente estable. Desde 1991 ha estado virtualmente sin cambios, entre cuatrocientos y quinientos.

Las tradiciones renacen en Croacia

La fuerza de la revolución de Croacia fue vista recientemente, cuando una abrumadora mayoría de los croatas ‒65 por ciento‒ votó a favor de enmendar su constitución nacional para definir el matrimonio como entre un hombre y una mujer. Esto ocurrió después de que 700.000 personas ‒una quinta parte de la población adulta‒ firmaron una petición «En Nombre de la Familia» a favor de un referéndum, que fue celebrado. Los Obispos de Croacia apoyaron con firmeza la iniciativa. Aunque Ivo Josipovic, presidente de Croacia, estaba más preocupado por complacer a la UE que con la defensa de la moral, se vio obligado a cambiar la Constitución de Croacia después del referéndum.

Las sospechas occidentales

Los franceses continúan movilizados contra el «matrimonio» homosexual impuesto por Hollande y, ahora, contra una ampliación del aborto

Desgraciadamente, los líderes en Bruselas y Washington atacan a Hungría (Hillary Clinton ha expresado «preocupaciones» sobre la democracia en Budapest), a pesar de eso las encuestas indican que Orban será reelegido en las elecciones del próximo año. Cientos de miles de húngaros han salido a las calles para defender a su gobierno. El Departamento de Estado de EE.UU. ahora rutinariamente presiona a las naciones del Este europeo (incluyendo a otros profundamente católicos, como Eslovaquia y Polonia) para que sancionen y estimulen las expresiones públicas de la homosexualidad. A raíz de la votación de Croacia, los medios de comunicación occidentales afirmaron que esta mayoría calificada en realidad refleja una «profunda polarización» y citaron observadores que explican esta «radicalismo» como el resultado de «problemas económicos».

Mientras muchos académicos hablan de Europa como un continente uniforme laicizado, dos décadas después de la caída del comunismo, es más preciso hablar de dos Europas: un Occidente que ha abandonado en gran parte de sus raíces religiosas, y un Oriente que  redescubre su patrimonio.

¿Podría un renacimiento semejante suceder en Europa occidental? Los optimistas pueden apuntar a los millones de católicos franceses que salieron a las calles para protestar por la imposición del “matrimonio” homosexual por el presidente François Hollande.

Hungría, Croacia u otras naciones están preparando el terreno para un renacimiento religioso en Europa que aún está por verse. Sin embargo, esto da esperanzas.

Fuente: Extractado y traducido de un artículo en First Things, por Filip Mazurczak

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23/01/2014 | Por | Categoría: Tendencias
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