Las circunstancias de la muerte del Obispo Han Dingxiang, el 9 de septiembre pasado, han despertado suspicacias entre los católicos chinos, y aún en L’Osservatore Romano, que en su edición del 9 de octubre afirma: «La noticia de su muerte ha tomado a todo el mundo por sorpresa, ya que el prelado de 68 años no parecía estar enfermo ni sufrir ninguna afección«.

Monseñor Han Dingxiang ha pasado cerca de 35 años en prisión de Estado o domiciliar, por su lealtad a Roma. En 1960, fue condenado a la «reeducación» por el trabajo, debido a sus «actividades contrarrevolucionarias«. Su ordenación sacerdotal fue realizada en 1968 y su ordenación episcopal en 1989.

En 1999, durante un retiro que daba a unas religiosas, fue detenido y encarcelado durante cuatro años. Después fue llevado a una celda de aislamiento policial. Desde septiembre 2005 no se había tenido ninguna noticia suya.

La noticia de L’Osservatore Romano continúa así: «La muerte del prelado debió ser alrededor de la medianoche y su cuerpo fue cremado a las siete de la mañana, sin ningún rito religioso, y sin que los sacerdotes y los fieles pudiesen rendir homenaje a sus despojos«. El cotidiano del Vaticano precisa que «su sepultura ha sido puesta bajo estrecha vigilancia policial«.

Este es sólo un botón de muestra de la real tiranía que existe en China. Mientras ocurren cosas como éstas, los occidentales financiamos ese régimen inicuo comprando su mercaderías, muchas veces fruto de trabajo esclavo. Un punto para la reflexión para los tan sensibles defensores de los «derechos humanos» en nuestro País.