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“Nueva Derecha”, lo que la Izquierda necesita para resurgir

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Es una paradoja, pero hablar ahora de “Nueva Derecha” ya no es una novedad, pues cada vez que la Izquierda tiene un especial interés en dividir a sus adversarios, hace surgir entre éstos una propuesta de que la Derecha se “modernice”, abandone sus principios, justamente en aquellos puntos en los cuales la Izquierda más desea avanzar.

Sólo en el caso de los Estados Unidos, en los años 70, bajo el nombre genérico de “Nueva Derecha” se gestó un movimiento de verdad nuevo y de Derecha, ufano de sus ideas y fuerte en sus convicciones, que dio ánimo a los sectores más conservadores que llegaron al Poder bajo el liderazgo de Ronald Reagan, a comienzos de los años 80. En los demás casos se trató de meros eufemismos para disimular el abandono de los principios.

Así fue cuando la Izquierda quiso imponer a Chile el socialismo, la lucha de clases, el estatismo, las reformas de estructuras y la confiscación, y en todo ello encontraba fuerte resistencia del País: surgió el movimiento que decía querer una derecha “actualizada” y transigente, con “sensibilidad social” y aparente preocupación por los pobres. Este movimiento luego se transformó en la Democracia Cristiana y ayudó decisivamente a la Izquierda a alcanzar el Poder e implantar muchas de sus nefastas reformas. El lema que podría resumir esa actitud es “Ceder para no perder”, y que nunca se prefiriese “Luchar para no perder”, como manda la razón. En la época no se habló de “Nueva Derecha”, pero ésa era la mentalidad imperante.

Sin embargo, como dice el aforismo francés, “À quelque chose malheur est bon”, que podríamos traducir como “Por algún lado la desgracia es buena”. Y este lado bueno fue que quedó patente y grabada en la Historia para siempre la ruina moral y material que los socialistas –de barricada, de gabinete, de sacristía, de sindicato o de boîte– le causaron a Chile, lo cual permitió que se abriese camino para la reacción nacional que expulsó al marxismo del Poder.

Hoy, el estatismo, el socialismo, las reformas de estructuras, la confiscación y la lucha de clases están reducidos a algunos amargos recuerdos de una pesadilla lejana, que nadie quiere volver a sufrir. Entonces, muchos de los adeptos que estas aberraciones tenían hace décadas se fingen convertidos a la libre empresa, al mercado, al orden jurídico, a la armonía entre las clases, etc., pero apoyan al mismo tiempo a las actuales aberraciones de la izquierda, que se sintetizan en la destrucción de la familia: el fomento y la protección de la homosexualidad, el aborto, la pseudo educación sexual, la ideología de género, los llamados “derechos sexuales y reproductivos”, etc.

Sucede que el desprestigio de la Izquierda es tal que, si no logra el apoyo de otros sectores claramente diferentes de ella para imponer tales designios, no será fácil que el País los acepte. Entonces, nada mejor que lanzar la idea de una “Nueva Derecha” que haga propuestas parecidas, de modo que la opinión pública crea que hay un consenso a favor de medidas que de hecho sólo la Izquierda ansía.

Lo que Chile necesita en materia política es que la Derecha hable fuerte y claro, con base en los principios cristianos, sin asustarse por encuestas o gurús con los cuales se trata de intimidarla o desviarla. Si lo hace, inclusive podrá suscitar fuerzas católicas entusiastas y seguras de su Fe, que sigan los consejos del Santo Padre de resistir a la “dictadura del relativismo” y exigir de las autoridades el respeto al Orden Natural que Dios imprimió en todas las almas.

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16/11/2010 | Por | Categoría: Política y valores
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