Comparta

La Ministra de Educación, «Prat» y la libertad de expresión

Print Friendly, PDF & Email

Una de las características de la revolución cultural socialista es la demolición de la figura de los héroes.

Los héroes en la mira del socialismo

La Ministra de Educación, Mariana Aylwin justificó el financiamiento a la obra de teatro «Prat» otorgado por el Fondart, como una manifestación de «la libertad de expresión».(cfr. «Las Ultimas Noticias», 10 Arturo Pratde septiembre de 2002)

Resulta una paradoja que se invoque la «libertad de expresión», cuando se trata de un auspicio del Estado.

Al financiar esta obra, el Estado la está promoviendo a dos títulos diferentes: primero, económicamente, al otorgarle el subsidio necesario y, segundo, moralmente -lo que es aún más grave- al respaldarla con su poder y prestigio.

Cabe entonces preguntarse, qué propósitos puede tener el Gobierno del Presidente Lagos, al otorgar este incentivo a la referida obra, a pesar de la justa indignación que ha suscitado.

Imaginemos lo que ocurriría en una familia que tuviese un antepasado ilustre si el padre o la madre se mofaran de él y lo ridiculizaran delante de sus hijos. Naturalmente los menores disminuirían su respeto y veneración debida hacia él. Pero, sobre todo, se pondrían en tela de juicio los valores morales por los que se destacó y así perderían el estímulo para imitarlo.

Esos padres, junto con demoler la imagen del antepasado, estarían incentivando a sus hijos para que sigan sus propios caprichos y fantasías, independientemente de una moral objetiva.

En la lógica socialista, esta actitud de los padres sería la más «democrática», ya que no habría una imposición de ciertos valores morales como verdaderos, sino que optarían por un «pluralismo» donde todos valen por igual.

El Gobierno, al auspiciar esta obra, que muestra a un Arturo Prat borracho y homosexual, toma la actitud de los padres de familia «democráticos». O sea, favorece «el pluralismo de opciones» para que cada chileno pueda tener su propia visión de lo que fue, o de lo que podría haber sido Arturo Prat.

De este modo se va «desconstruyendo» el pedestal moral que la sociedad «autoritariamente» impuso, y se lo rebaja para que cada uno pueda imaginarlo como quiera.

La consecuencia que produce esta mentalidad es la relativización de todo y cualquier principio moral.

Para las autoridades gubernamentales no existe una verdad ni una moral objetivas: todas las conductas son igualmente válidas y tienen los mismos derechos.

Así como ayer el Fondart, denigró la figura histórica de Simón Bolívar, hoy es la de Arturo Prat y mañana podrá ser la de Nuestro Señor Jesucristo. Y no faltará la autoridad pública que diga que hay que respetar «la libertad de expresión».

Insensiblemente el País entero, y en especial las generaciones más jóvenes, irán perdiendo la consideración a los principios morales provenientes de la civilización cristiana y se irán hundiendo en la amoralidad, que caracteriza la mentalidad socialista.

Informativo 14, Noviembre 2002

Comparta con sus amigos
05/04/2003 | Por | Categoría: Revolución Cultural

Deje su comentario