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Nueva Constitución e historia (Podcast)

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¿Sabía Ud. que hace 197 años, El Capitán General de Chile y Director Supremo, don Bernardo O’Higgins promulgó lo que sería la primera Constitución Provisoria para el Estado de Chile?

Sí, fue precisamente el 23 de octubre de 1818, y ella debía regir para todo el territorio nacional.

Ese texto fue aprobado por un plebiscito realizado entre Copiapó y Cauquenes. (Como Ud. puede ver, al alba de nuestra historia independiente, la parte del territorio nacional habitada por ciudadanos capaces de emitir un voto que llegase a tiempo para ser contado era bien menor que hoy).

Esa carta constitucional reglamentaba los derechos y deberes del hombre en sociedad, consagraba los principios sociales, muchos de ellos heredados de la Revolución Francesa y se consagraba expresamente el principio de la soberanía nacional y del régimen representativo.

Sin embargo, como aún la sociedad era unánimemente católica y muy religiosa, la Constitución establecía en “CAPITULO ÚNICO: La religión Católica, Apostólica, Romana es la única y exclusiva del Estado de Chile. Su protección, conservación, pureza e inviolabilidad, será uno de los primeros deberes de los jefes de la sociedad, que no permitirán jamás otro culto público ni doctrina contraria a la de Jesucristo”.

Como Ud. puede ver, el poder público de entonces reconocía que la nación antes de ser un conjunto de individuos unidos para trabajar y producir bienes materiales, era un conjunto de almas que debían dar gloria al Dios Creador y a su Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo, a través de la religión Católica.

Buenas épocas donde la religión y Dios eran reconocidos oficialmente y en que la práctica era objeto de devoto seguimiento por el conjunto de la nación. ¿Sería posible en ese entonces el nivel de delincuencia, corrupción y demás lacras sociales de las cuales los medios de comunicación nos saturan de información?

Pero, me preguntará Ud. ¿a qué vienen estas reminiscencias de nuestra historia Patria? ¿Tienen ellas relación con los recientes anuncios presidenciales de una Nueva Constitución para Chile?

Si, creemos que después de la cadena nacional en que se nos anunció un nuevo proceso constituyente es necesario conversar al respecto y por eso nos pareció interesante recordar esa nuestra primera Constitución.

Pasando de nuestra primera Constitución a los anuncios formulados por la Presidenta hace pocos días atrás, comencemos por decir que delante de cualquier cambio, máxime los más trascendentales para un país, como es su carta magna, se deben aplicar los principios de Santo Tomás de Aquino para saber si es o no conveniente realizarlos.

El gran Doctor de la Iglesia enseñaba que, antes de cualquier alteración de la ley, el soberano debería preguntarse en primer lugar si el cambio representaba objetivamente una mejoría en relación a la situación anterior y en segundo lugar si la mejoría es tan sustancial que compense los traumas inherentes a cualquier transformación, teniendo presente que la estabilidad jurídica es una de las principales condiciones de la vida en sociedad.

Nada de esto apareció en los anuncios del proceso constituyente.

Otro aspecto preocupante es que los actuales gobernantes parecen considerar a todos los chilenos, es decir Ud. que nos oye o nosotros que estamos hablando, como niños chicos. Supuestamente la población conoce tan poco o nada de lo que sea una Constitución, que anuncian una especie de curso cívico de cinco meses para instruirnos al respecto.

Ahora, la primera y más obvia pregunta que nace en relación a este desconocimiento supuestamente generalizado es si realmente los chilenos consideramos que la Constitución actual representa un perjuicio grave para nuestra situación a punto de necesitar una reescritura radical. Y en segundo lugar, en el caso de que fuese conveniente cambiarla, si hay un consenso nacional sobre los aspectos principales que debe revestir la nueva Constitución.

Los anuncios presidenciales no dieron respuesta a estas dos preguntas fundamentales: ¿Qué tiene de mala la actual Constitución, y qué tendría de mejor una nueva?

No basta con decir que “La actual Constitución tuvo su origen en dictadura”, y que a pesar de los cambios posteriores “aún tiene mecanismos que obstaculizan el pleno ejercicio de la democracia y que no pueden ser eliminados con nuevos intentos parciales”.

Es necesario mostrar cuáles son esos “mecanismos que obstaculizan la democracia”, y es necesario demostrar que ellos no son reformables, sino que se debe arrasar con todo lo que existe.

Ahora, ¿cómo se puede justificar un cambio tan profundo si estas dos consideraciones preliminares están ausentes del debate?

La presidenta anunció también que se iniciará en los próximos días y durará hasta el mes de Marzo próximo “una etapa de educación cívica y constitucional, para que todos tengamos la información necesaria para involucrarnos activamente”.

Al respecto dos consideraciones obvias: la primera es que, si los chilenos somos cultos, como creemos en este programa, un tal curso es superfluo; y si no lo somos, como cree el Gobierno, cinco meses de lavado de cerebro no son suficientes.

En segundo lugar, ¿quién será el Profesor que nos impartirá ese misterioso curso de ciencias políticas de 5 meses? Hasta ahora se dice que de eso se encargará la División de Organizaciones Sociales, a cargo del Sr. Camilo Ballesteros, miembro del Partido Comunista y conocido ex agitador estudiantil.

¿Le parece idóneo el profesorcito? ¿Le parece que un comunista, que tiene como modelo la fracasada Unión Soviética, y las dictaduras de los hermanos Castro y de Maduro, puede darnos lecciones de democracia? ¿Cree que un “comisario del pueblo” admirador de los gulags está habilitado para dirigir un curso imparcial sobre libertad, garantías constitucionales y derechos humanos?

Quizá algún lector nos diga que todas las cosas son perfectibles y que la Constitución también lo puede ser.

Concordamos enteramente con esa apreciación. Pero perfeccionar algo en lo que no está funcionando bien es muy diferente de “un borrón y cuenta nueva”, que es lo que se está proponiendo.

Y, además de lo anterior, ni siquiera se dice en qué consistirá esta Nueva Constitución escrita por una “Base ciudadana”. Todo esto suena más a proselitismo ideológico de estilo chavista que a necesidad real de los chilenos.

Declaraciones anteriores de representantes del Gobierno propugnan que la nueva constitución incluya nuevos “derechos sociales” no incorporados en la actual, pero que son de importancia suma para que los chilenos podamos alcanzar la felicidad.

Suena bonito, pero esconde realidades dramáticas como el aborto, bajo la apelación engañosa de “derechos sexuales y reproductivos”, o la eutanasia con el eufemismo de “derecho a morir en la dignidad”. Cuando no la promoción de un modelo de sociedad miserabilista como el que favorece el artículo 14 de la nueva Constitución “bolivariana” de Ecuador que reza: «las personas y colectividades tienen derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos; preferentemente producidos a nivel local y en correspondencia con sus diversas identidades y tradiciones culturales.» Sólo le faltó agregar que cocinados con poca sal, bajo en calorías, a fuego lento y no contaminante.

¿Le parece que para llegar a asegurarnos una cazuela light, vale la pena todo este trauma?

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24/10/2015 | Por | Categoría: Ideal de sociedad
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