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«Somos tradición» (Podcast)

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Esta semana tuve que ir a una comisaría de Carabineros para dejar constancia de un choque causado por un vehículo robado, que mientras huía, en su loca carrera, impactó al auto en que me encontraba estacionado.

Al esperar mi turno para hacer la denuncia me encontré con un gran poster institucional colocado en la pared detrás del Cabo que tomaba las declaraciones que decía: “Somos tradición”.

El poster representaba en un primer plano a un carabinero en una moto, versión moderna, todo terreno. Y, de modo más o menos difuso, en un segundo plano la imagen de otro carabinero de los años 40 en una moto de esa época. Así el montaje fotográfico indicaba la continuidad en el mismo servicio de defensa del orden y de la Patria.

Es probable que Ud., estimado radioyente que nos escucha, también lo haya visto en alguna diligencia que haya tenido que hacer en Carabineros.

Tanto la imagen cuanto el lema no podían dejar duda del mensaje: “la trayectoria nos ha dado experiencia y la experiencia acumulada es la sabiduría. Confíe en nosotros”.

Este mensaje, “somos tradición”, al cual el Cabo a quien le daba los detalles de mi choque no parecía darle mucha atención, me hizo reflexionar.

En primer lugar me llamó la atención que, pareciendo hoy la tradición, en todo tipo de cosas, algo superado y olvidado, sin embargo, una institución que cuenta con tan amplio respaldo y prestigio nacional, como es Carabineros de Chile, se enorgullezca de reconocerse como “tradicional”.

Después pensé que en realidad la tradición no es algo a lo cual las personas tengan tanta aversión, como muchos pueden creer, sino al contrario, es una de los aspectos que dan credibilidad a las instituciones y a las cosas.

Un colegio o una universidad, por ejemplo, que llevan muchos años impartiendo educación, colocan con destaque en su presentación institucional la fecha de su fundación, para así demostrar la credibilidad de sus cursos.

Una radioemisora que lleva décadas transmitiendo, significa una verdadera proeza, que con razón sus dirigentes lo destacan. Su antigüedad en el aire le aumenta el prestigio no sólo frente a sus auditores sino delante de toda la comunidad.

Una empresa, o una fábrica, que quiera indicar que es confiable, señalan en sus productos: “Desde 1930”, por ejemplo, como para indicar que ella enfrentó todos las adversidades de cerca de un siglo y que sigue existiendo.

En realidad, los únicos que atacan a la tradición son los falsos progresistas, que piensan que toda tradición constituye un obstáculo para el progreso. Y consideran al progreso como la negación del pasado.

Hay algo muy equivocado en esta forma de considerar tanto el progreso como la tradición.

En verdad, la condición para que pueda existir verdadero progreso es precisamente la tradición. Y esto porque la tradición indica la transmisión de un conocimiento, de un valor, o de una virtud de una generación a la que le sigue.

Precisamente tradición viene del vocablo “tradere”, es decir transmitir. Ahora, imagínese nuestro auditor que cada generación que viene al mundo negase todo lo que tiene que recibir de la generación anterior, para recomenzar todo de cero, ¿Cree Ud. que sería posible que esa sociedad progresase?

Su respuesta evidentemente es que no podría progresar, pues ella estaría condenada a repetir los mismos errores por los cuales ya pasaron las generaciones anteriores, e ignoraría las formas de evitarlos que ya fueron encontrados por sus mayores.

Así, progreso y tradición, lejos de ser conceptos opuestos, son principios profundamente afines.

Me preguntará Ud. qué tiene que ver este tema sobre el cartel de la Comisaría, con la familia, que es siempre nuestro tema central en este programa de Acción Familia.

Más de lo que a primera vista se pueda pensar. La familia es por excelencia la institución donde se forjan las tradiciones y se transmiten de forma sabia y profunda a las generaciones posteriores.

De ahí que cada generación tiene su papel específico dentro de la familia. Son especialmente los abuelos o bisabuelos, cuando la familia tiene el privilegio de tenerlos entre ellos, quienes conocieron las cosas más remotas y pueden transmitirlas de modo ameno y accesible a sus descendientes.

Ellos les contarán la forma ceremoniosa con que sus antepasados se trataban unos a los otros, les dirán cómo los jóvenes de eses entonces eran formados para enfrentar la vida, cómo ella era más difícil desde el punto de vista material, pero al mismo tiempo les contarán las alegrías que daba la honestidad de las personas y de las familias unidas.

Todos estas “historias” de los abuelos servirán para nutrir en los más jóvenes un ideal que hoy ya no lo encuentran entre sus coetáneos y les dará un respaldo psicológico para enfrentar las adversidades que ellos mismos deberán tener. Es éste el insustituible papel de los mayores.

A su vez las generaciones más jóvenes podrán sustentar a los ancianos en la hora en que éstos no lo puedan hacer por sí mismos. De este modo se conjuga en la familia la tradición y el progreso.

En realidad, la verdadera tradición no es sólo pasado en cuanto pasado, ni sólo presente en cuanto presente. Ella presupone dos principios:

El primero es que todas las cosas que tienen vida propia, y entre ellas especialmente la familia, poseen un impulso continuo hacia su propio perfeccionamiento.

Y, en segundo lugar, que justamente por lo anterior, el verdadero progreso no es destruir, sino sumar, no es romper, sino continuar subiendo.

Es decir, la tradición es la suma del pasado con un presente que le sea afín. Así el día de hoy no puede ser la negación del día de ayer, sino su armónica continuación, para de este modo poder enfrentar con tranquilidad el día de mañana.

En términos más concretos, nuestra tradición cristiana es un valor incomparable que debe regular lo que es moderno.

Ella actúa por ejemplo para que la igualdad no sea entendida como el arrasar de todas las normas de educación y cortesía, evitando así la imposición de la vulgaridad y del mal gusto.

Sirve también para que la libertad no sea entendida como un mero libertinaje y pretexto para el caos y la depravación, sino como medio para alcanzar los fines lícitos que nos proponemos en el progreso individual.

Sirve igualmente la tradición para que el hombre no se transforme en un esclavo de la técnica.

En una palabra, es gracias a la tradición que el progreso no se vuelve inhumano, insoportable y odioso.

Así, la tradición no quiere extinguir el progreso, sino salvarlo de los desvaríos tan inmensos que lo transforman en barbarie organizada.

Por todo lo anterior, el lema de la familia, al igual que el del referido poster de los Carabineros, debería ser: “Somos Tradición”.

Trataremos en nuestro próximo programa un tema que está relacionado con lo que aquí hemos conversado con Ud. Se trata de la hereditariedad o el derecho a la herencia.

Hasta la próxima semana, estimado auditor, en esta misma emisora y a este mismo horario.

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29/07/2013 | Por | Categoría: Familia tradicional
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