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Formación del pensamiento y la familia (Podcast)

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Como habrá visto, las polémicas generadas a raíz del proyecto de ley de reforma educacional no han disminuido en el correr de los meses que éste lleva en discusión.

Parece razonable que sea así, pues el primer deber que los padres tienen en relación a sus hijos es el de educarlos. Por ello, los padres no pueden ser indiferentes al modo y a la calidad de la educación que recibirán de acuerdo a lo que propone el Gobierno de turno. Y, menos aún, pueden simplemente delegar esta responsabilidad en el Estado.

Los niños asimilan sobre todo de las personas que los rodean y en quienes ellos depositan mayor confianza

Tampoco ha quedado claro hasta el presente, en qué esta reforma mejorará la calidad que todos deseamos para nuestros hijos. Por lo anterior, es natural que la discusión parlamentaria tenga en vista tanto la voz de los padres y apoderados cuanto de los propios sostenedores de colegios particulares subvencionados, en donde hoy día se concentra la mayoría de los estudiantes.

Sin embargo hay algunas consideraciones respecto a la educación que parecen no ser bien percibida por la mayoría de los agentes educativos. Nos referimos al papel primordial que tienen los propios padres para educar a sus hijos dentro del hogar.

En verdad, los niños asimilan sobre todo de las personas que los rodean y en quienes ellos depositan mayor confianza. Ahora, en nadie pueden tener más confianza que en sus propios papás, hermanos, abuelos, y en aquellos que conforman su entorno familiar. Luego es de Ud. como papá o como mamá, o como abuelo, que ellos están más abiertos a recibir una educación integral.

El colegio le podrá brindar conocimientos y relaciones con otros niños que su hijo no encuentra en la casa, y por eso es necesario que asista a las clases y que en ellas obtenga buenos rendimientos. Pero estamos lejos de considerar que esos conocimientos sean lo más importante de su educación.

Ud. me podrá preguntar entonces, ¿cuáles son esos aspectos más integrales que los padres deben dar para la educación de los hijos?

Comencemos por decir que lo más importante en la formación de un niño es formar su carácter. Es decir, ayudarlo a desarrollar sus propias cualidades naturales y sus virtudes morales por donde él será un buen católico, un buen padre de familia, y un chileno de bien.

Eso no se lo darán en el colegio, eso lo asimilará primordialmente del ambiente doméstico, de las mil cosas que forman la vida de todos los días de cualquier familia. El colegio sólo reforzará, de modo secundario, lo que Ud. le quiere dar.

Ahora, uno de los aspectos más importantes para la formación del carácter, es poder desarrollar la capacidad de pensar.

Sí, algo que parece tan simple, como es el pensar, no se forma de modo espontáneo, sino que es el fruto de mucho esfuerzo y dedicación.

Una de las razones por las cuales, en general, los jóvenes hoy se dejan llevar con mucha facilidad por el ambiente que los rodea, es precisamente porque no fueron formados a pensar, y por ello son incapaces de desarrollar sus propios juicios. La consecuencia es que siguen como ovejas a la manada, terminando muchos, lamentablemente, en situaciones bien penosas.

El Pensador de Rodin: una forma forzada de pensar. El pensamiento es algo que se desarrolla lenta y suavemente

Ahora, me preguntará Ud. ¿cómo puedo enseñar a mi hijo o a mi nieto a pensar y a formar sus propios criterios y a no dejarse arrastrar por los que lo rodean?

La respuesta completa a esta pregunta exigiría un verdadero tratado, y no lo queremos cansar en este programa. Sólo le queremos proponer una forma fácil y sencilla de enseñar a pensar.

Comencemos por decir que el que piensa no es el que se sienta con una mano en el mentón a “pensar”, independiente de lo que ocurra a su alrededor. O sea, una especie de marciano desligado de lo que lo rodea, como muchas veces es representado “el pensador” en esculturas o cuadros.

Al contrario, pensar es primordialmente saber observar lo que nos rodea. La observación atenta y profunda nos permite conocer mejor las cosas y las personas con las cuales nos relacionamos. Y, además, es un ejercicio muy entretenido. Es como sacar una fotografía que guardamos en nuestro interior para después rever con más atención.

Por ejemplo, observar las personas que nos rodean, la diferencia entre ellas, los modos de enfrentar las diversas situaciones, etc. nos va dando un conocimiento de la realidad que está a nuestro alcance y que ningún libro nos proporcionará. Así vamos haciendo un verdadero álbum de “fotos” o de observaciones, que no es un Facebook, sino un álbum de impresiones reales y propias.

El primer paso, entonces para aprender a pensar, es querer observar lo que nos rodea. Estamos tan bombardeados por agentes externos, tan comunicados a aparatos electrónicos o a realidades virtuales, que terminamos, muchas veces sin darnos cuenta, siendo conducidos, por ellos y completamente desligados del mundo real que nos rodea.

No es por nada que los Zombis están de moda. Muchos se sienten retratados por estos seres sin vida que se arrastran como autómatas o fantasmas movidos por impulsos recibidos no se sabe bien de dónde.

Al contrario, quien es capaz de observar no necesita de aparatos para sentirse acompañado. El se nutre de una vida interior de pensamiento mucho más rica y provechosa pues le va enseñando a vivir y a comportarse en las diversas situaciones.

Entonces, el primer paso para aprender a pensar es saber observar. Para eso Dios nos dio la vista, el oído, y los otros sentidos por los cuales somos capaces de captar las realidades exteriores. Hagamos buen uso de ellos, simplemente observando.

Dejamos para el próximo programa el segundo paso para aprender a pensar.

Le dejamos como tarea para esta semana, hacer algunos ejercicios de observación.

Por ejemplo, si Ud. va al supermercado, observe a la cajera que lo atiende, vea si ella está trabajando sin percibir a quienes pasan por delante, meramente como una caja registradora, o si ella no se deja absorber por lo mecánico de su trabajo y mantiene una relación humana con quienes pasan con los productos. Ahí ya habrá hecho una interesante observación, que le servirá para comparar con otras vendedoras o con otras situaciones.

Le aseguro que el ejercicio de observar no es una “lata”, al contrario, la vida sin observación, esa si que es una “lata”. Peor aún, es una vida que no es propia de seres humanos pensantes.

Hasta el próximo programa de Acción Familia, en esta misma su emisora. Y recuerde que nos puede seguir en www.accionfamilia.org

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26/09/2014 | Por | Categoría: Formación Católica
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