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Una visita de Estado que muestra cómo una nación comienza a dejarse subyugar por otra

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Bachelet con el tirano Castro

Acción Familia se dirige al País:

Cuba ha sufrido medio siglo de miseria absoluta, tiranía sanguinaria y represión brutal, pero la plana mayor del Ejecutivo chileno, junto a unos cuantos infaltables empresarios que se plegaron a su comitiva para dar la sensación de que ésta representaba a todo el país, no parece darse cuenta de la aberración que han cometido. Han ido a rendir homenaje a un proceso y un régimen comunistas, que forman parte de lo que la Santa Sede, hace 25 años, llamó “la vergüenza de la humanidad”, y venerar a un tirano culpable de la postración de su propio pueblo y de conflictos sangrientos inspirados en Marx que afectaron a muchos países del Continente.

Más aún, lejos de ser una visita de Estado, ha sido una visita de homenaje al culpable principal de una mortandad sin paralelo, tratándolo como si fuese un ser excepcional, cuando lo único que tiene ese carácter es la enorme secuencia y pertinacia de los crímenes que practicó. Incluso hoy, estando Castro en la demencia senil y al borde de la tumba, los fanáticos del régimen leen sus elucubraciones repetitivas y vacías como si fuesen expresión de una lucidez que ni siquiera tuvo cuando gozaba de plena conciencia y de una salud normal.

La visita se ha dado en un contexto, en nuestro País, de impunidad del terrorismo, de un grave aumento de la delincuencia y de la creciente participación de los subversivos en ella, de décadas de inducción sistemática al caos por medio de la agitación indigenista manejada por antiguos guerrilleros, de premios sin precedentes que éstos reciben por los delitos que practicaron y de crecimiento constante del narcotráfico, el cual va siendo impulsado y potenciado por los agentes de la violencia y de la ilegalidad.

O sea, la izquierda hace todo lo posible para que Chile se pliegue a la vía cubana, y si no lo logra es por causa del desprestigio irremediable del marxismo en todo el País, en razón de su acción demoledora; pero ese desprestigio es lo que el Gobierno de Bachelet se esfuerza en disminuir, sirviéndose del nombre de la Patria y de los últimos meses que le restan en el ejercicio del Poder.

Así, debiendo optar entre una dictadura infame y sus incontables víctimas, el gobierno chileno optó por apoyar a aquella, probando que quien debía defender la soberanía nacional se postró ante la saña sectaria de la tiranía castro-comunista. Más aún, violando el protocolo más elemental, Fidel Castro se arrogó el papel de juez en las relaciones chileno-bolivianas, y quien representa a Chile fue incapaz de ponerlo en su lugar, pues, cuando el tirano manda, aunque sus facultades estén reducidas a un mínimo, sus súbditos -locales o foráneos- obedecen. Que, después del exabrupto, Castro haya intentado atenuarlo diciendo que eran meras expresiones de índole personal, no hace sino demostrar el escaso control que tiene de sus propias expresiones.

Es así como una nación se deja subyugar por otra, a menos que la opinión pública reaccione y muestre vivamente que lo considera inaceptable. Por ello, Acción Familia hace oír su vehemente protesta, en solidaridad con las incontables víctimas de la tiranía roja y en adhesión a la familia cristiana, que Castro se esforzó durante medio siglo en destruir, convirtiendo a su patria en una inmensa cárcel, con las mayores tasas de prostitución y de aborto en América y con persecución implacable a la educación católica. Por todo ello Dios lo juzgará.

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15/02/2009 | Por | Categoría: Decadencia Occidente
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