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A 100 años de la Revolución Rusa (Podcast)

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Como recordará, nuestro programa de la semana pasada lo dedicamos a celebrar  el centenario de las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima. En él contábamos que la Santísima Virgen, en la aparición del mes de julio de 1917, les anunció a los videntes que si el mundo no se convertía, si no hacía penitencia y si el Papa no consagraba Rusia a Su Inmaculado Corazón, Rusia “esparciría sus errores por el mundo entero, provocando guerras y calamidades”.

Precisamente, cuatro meses después de esta profecía, ocurría la revolución bolchevique y la asunción del comunismo a esa infeliz nación. A partir de ahí, y tal como lo anunció la Madre de Dios, “Rusia esparció sus errores por el mundo entero”.

A propósito del centenario de la revolución bolchevique, se han publicado cantidad de libros, se han realizado exposiciones, conferencias y artículos en todos los países.

El periodista Carlos Montaner, cubano exiliado que vive en Miami, por culpa de la misma ideología marxista que domina a la isla caribeña, escribió un lúcido artículo que transcribimos a nuestros amigos. Se titula “La revolución bolchevique: un siglo de fracasos” y prosigue:

“Hace 100 años triunfó la revolución bolchevique en Rusia. Para quien quiera entender qué sucedió y cómo, todo lo que debe hacer es leer Lenin y el totalitarismo (Debate, 2017), un breve ensayo histórico, lleno de información y juicio crítico lúcido, publicado por el profesor chileno Mauricio Rojas, ex militante marxista, quien descubriera en Suecia el error intelectual en el que había incurrido.

 “La Revolución rusa fue uno de los momentos estelares del siglo XX. Muchos intelectuales y grandes masas de trabajadores se llenaron de ilusiones. Se hizo invocando las ideas de Karl Marx, en lo que parecía ser la primera vez en la historia en que la racionalidad y la ciencia orientarían las labores del gobierno.

“Supuestamente, el pensador alemán había descubierto las leyes que explican el curso de la sociedad por medio del materialismo dialéctico e histórico. Se había percatado de la funesta división en clases que se adversaban para hacer avanzar la historia por medio de encontronazos. Denunció, indignado, la forma de explotación empleada por los dueños de los medios de producción a los proletarios, a quienes les extraían cruelmente la plusvalía. Al mismo tiempo, señaló la inevitabilidad del triunfo de los trabajadores en lo que sería el final de una etapa histórica nefasta y el comienzo de la era gloriosa del socialismo en el trayecto hacia el comunismo definitivo.

“Era la época de las certezas científicas. Darwin había explicado el origen evolutivo de las especies. Mucho antes, Isaac Newton había contado cómo se movían los planetas y había formulado la ley de gravitación universal. Dios había dejado de ser necesario para entender la existencia de la vida. Todavía no habían comparecido la física cuántica ni el principio de indeterminación de Werner Heisenberg. Cada hecho tenía su causa y su antecedente. Marx simplemente había extendido esa atmósfera al campo de las ciencias sociales.

“Con el objeto de consumar el grandioso proyecto de transformar la realidad, Lenin asumió con dureza la necesidad de establecer una dictadura para el proletariado, dirigida por la cúpula del Partido Comunista, como fase inicial del camino hacia una sociedad sin clases, feliz y solidaria, como prometía Marx al final del proceso revolucionario. Una sociedad en la que no serían necesarios ni los jueces ni las leyes, porque las conductas delictivas eran producto del sistema de las relaciones de propiedad capitalista de la malvada era prerrevolucionaria.

“Sin embargo, el experimento comunista se saldó con millones de muertos, prisioneros, torturados y exiliados, en medio de un indiscutible atraso material relativo evidenciado en casos como [la inmensa disparidad económica entre] las dos Alemania y las dos Corea [una capitalista y la otra comunista]. Sencillamente, los sueños se frustraron en un sinfín de fracasos y violencias, mientras las ilusiones se transformaron en un cinismo petrificado por el doble lenguaje que obligaba a esconder todos los horrores y los errores en nombre de la sacrosanta revolución.

“La planificación centralizada por el Estado resultó ser infinitamente menos productiva que el crecimiento espontáneo generado por el mercado y los precios libres, como había advertido que ocurriría Ludwig von Mises en sus ensayos publicados, precisamente, en los primeros años de la revolución bolchevique, acaso con el objetivo de señalarle a Lenin cuál sería el obstáculo insalvable de su vistosa (y sangrienta) revolución.

“Finalmente, a principios de los años noventa del siglo XX, el experimento comunista implosionó, se deshizo la Unión Soviética, los satélites europeos rectificaron el rumbo, retomaron el curso democrático, privatizaron las empresas del Estado, optaron por el mercado y se encaminaron, cada uno a su ritmo, por la senda trazada por la Unión Europea.

“En todos los casos la puerta electoral quedó abierta para el regreso de los comunistas al poder por la vía democrática, pero, hasta ahora, ningún país ha incurrido en ese loco retroceso, aunque hay en ellos un pequeño porcentaje de comunistas irredentos, casi todos ancianos, que sienten cierta nostalgia por un pasado en el que ellos fueron relevantes a costa de los sufrimientos indecibles de la mayoría.

“¿Por qué todo salió tan mal? Seguramente porque el punto de partida era erróneo: los seres humanos estaban dotados de una cierta naturaleza que no encajaba con el pobre esquema marxista. Eso explica que las revoluciones comunistas hayan fracasado en todas las latitudes (norte, sur, trópico), en todas las culturas (germánicas, latinas, asiáticas) y bajo todo tipo de líderes (Lenin, Mao, Castro). Es una regla que no admite excepciones. Siempre sale mal. Hace 100 años comenzó esa tragedia”.

Hasta aquí el comentario del periodista cubano exiliado en Miami.

Sin embargo, comentamos nosotros, a pesar de que ha quedado patente para todo el mundo el estruendoso fracaso del comunismo, hay quienes aún se empeñan en querer mostrar que sus autores tuvieron una “nobleza” de intenciones, pero que lamentablemente, les salió mal.

Es lo que critica el columnista inglés Joseph Pearce a propósito de una muestra histórica de la revolución bolchevique presentada recientemente en la ciudad de Londres y cuyo comentario fue publicada por Religión en libertad.

En su crítica, el británico  escribe:

“Es alarmante que esas lecciones [del fracaso comunista] no hayan sido aprendidas. Tomemos, por ejemplo, una reciente exposición en la British Library de Londres, Russian Revolution: Hope, Tragedy and Myths [La Revolución Rusa: Esperanza, tragedia y mitos]. Según el escritor británico K.V. Turley, quien visitó la exposición, ‘había un constante aroma a nostalgia, incluso el sentimiento de algo esencialmente noble, sobre lo que sucedió hace un siglo’. A Turley le consternó ‘que los mitos (marxistas) se difundan de nuevo y la tragedia real siga ignorándose’.

 “‘Dada la historia del comunismo en el siglo XX’, escribe Turley, ‘uno se pregunta por qué hay todavía tanto romanticismo residual vinculado a él, al menos en algunos sectores de Occidente’. Realmente es para preguntárselo. ¿Qué hacer, por ejemplo, con el decreto del gobierno de la Rusia comunista del 5 de septiembre de 1918 que autorizaba las ejecuciones masivas de opositores al régimen y establecía ‘campos de concentración’ para los ciudadanos rusos considerados ‘enemigos de clase’?”

Lo curioso del caso, comentamos nosotros, es que si es cierto que el comunismo produjo tantos males, sería lógico entonces que se elogiara a todos aquellos que en nombre de la Fe, de la patria o de la familia, resistieron, incluso muchas veces con el precio de su propia sangre, a esta ideología.

Sin embargo, nadie los recuerda, y sobre estas personas beneméritas que en muchos países consagraron sus esfuerzos y sus recursos para impedir que sus naciones fueran sometidas bajo el yugo marxista, ha caído el olvido, cuando no la persecución más impiadosa.

Esa apatía frente a los defensores de la civilización cristiana y esa indulgencia frente a sus destructores, no puede dejar de ser vista con extrañeza, y es lo que explica que este centenario no saque las consecuencias lógicas para evitar una repetición de esos mismos males.

Es lo que afirma el comentarista inglés: “Si queremos evitar los horrores del pasado siglo, tenemos que convencer a las personas de que vean el pasado de forma realista, no románticamente. Tenemos que convencerlos de que se quiten sus lentes color de rosa para que puedan ver la realidad con claridad”.

***

Para concluir nuestro programa de hoy,  y para ver la realidad histórica con profundidad, lo que es más necesario es tomar enteramente en serio lo que nos pidió la Santísima Virgen en Fátima: Penitencia, oración y enmienda de vida.

De lo contrario estamos condenados a repetir los errores del pasado. Es la lección que, como padres de familia, debemos transmitir a nuestros hijos.

 

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30/10/2017 | Por | Categoría: Decadencia Occidente
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