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Cardenal Antonelli: modificar la disciplina significa falsear la doctrina

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Faltando menos de un mes para el comienzo del Sínodo de la Familia, el Cardenal Ennio Antonelli analiza la posibilidad de aceptar un cambio en la disciplina eclesiástica con relación a los divorciados vueltos a casar.

Cardenal Ennio Antonelli

«Si aceptamos como legítimo, en ciertos casos, el ejercicio de la sexualidad fuera del matrimonio como la de los divorciados y vueltos a casar, es difícil establecer límites para otros casos de práctica sexual fuera del matrimonio. Sobre todo porque los convivientes son mucho más numerosos que los divorciados vueltos a casar. Por lo tanto, habrá una presión social, una fuerte presión pública”.

Entrevistado por Magnificat.tv el cardenal Antonelli aborda un punto importante del debate sinodal. El punto, según el presidente emérito del Consejo Pontificio para la Familia, es que una vez que es puesto en discusión el principio de que la sexualidad debe ser una expresión del amor conyugal, entonces todo se vuelve permitido.

«El Magisterio del Papa y de los obispos, durante muchos siglos, dice la indisolubilidad del matrimonio», especifica el cardenal Antonelli, «dice que el ejercicio legítimo de la sexualidad sólo puede darse en el matrimonio, afirma que la Eucaristía no se puede dar a aquellos que se encuentran en una situación objetiva de pecado grave. Esta no es sólo una disciplina, disciplina o regulación pastoral de la conducta práctica, sino que es una disciplina basada en la teología, fundada en la doctrina. Por lo tanto, cambiar la disciplina significa de alguna manera tergiversar, poner en discusión la doctrina con la que esta disciplina era perfectamente coherente».

En cuanto a la misericordia tan invocada misericordia sobre las situaciones de «familias heridas», el cardenal Antonelli, que ha publicado un libro con el título significativo (Crisis del matrimonio y Eucaristía), dice que «la misericordia de Dios quiere liberar al hombre no sólo del castigo por el pecado, sino del pecado mismo. Él no quiere liberar de la mancha, sino también de la culpa. Para aceptarla que es necesaria la conversión. No se acoge, no se recibe la misericordia si no hay conversión. La conversión es el signo de que esa misericordia se ha recibido. Por supuesto, la gracia de Dios viene antes, viene a nosotros, nos sostiene, nos guía, hacia la conversión. Pero el hombre es libre, debe corresponder a la gracia, cooperar libremente con la gracia».

 

Publicado el 04/09/2015 en Sinodo2015. Traducción nuestra.

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08/09/2015 | Por | Categoría: Crisis de la Iglesia
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